4 jun 2011

SMS: Soy Muy Sincero

Bien, he decidido pegar un pequeño acelerón en la narración de mi historia para ir a parar directamente a la primera vez que me dejó un chico, Emilio, en este caso. Llevábamos unos 6 meses de inocente, por mi parte,  noviazgo y todo había transcurrido como en los cuentos de hadas; un primer beso que te deja sin respiración y hace que el mundo desaparezca por unos segundos, te quieros hasta debajo de las piedras, maravillosos paseos de la mano... Increíble eso de que con 12 años realmente sí ves las cosas así, intrigante cuanto menos.
Emilio empezaba a importarme de verdad, me transmitía alegría, me ponía de buen humor y eso es algo que siempre me ha conquistado. Sobra decir que el sentimiento de culpa me invadía de vez en cuando por haber pretendido utilizarlo como a un juguete, pero esa cuestión no fue algo que me diese tiempo a tratar; el fin andaba cerca y yo seguía pegando botes por mi florida pradera particular.
A raíz de mi relación con Emilio conocí a mucha gente e hice bastantes nuevos amigos, uno de esos recién estrenados colegas era La Yanire (no creo que haga falta explicar por qué he escogido este nombre). La Yanire era una chica estupenda, majísima y sabía escuchar muy bien los problemas ajenos, solamente podría ponerle una (gran) pega: no era el tipo de persona que escogerías como el perfecto ejemplo de discreción, su tono de voz se escuchaba tres pueblos más allá y su constante afán por llamar la atención era agotador. A pesar de ello, yo le cogí mucho cariño y deposité bastante cofianza en ella. Emilio y yo solíamos pasar las tardes en su casa. Sigo sin comprender qué ganaba ella aguantándonos, ya que nosotros dedicábamos absolutamente toda la tarde a besarnos y ella se limitaba a mirarnos o intentar mantener una conversación. Un sinsetido, por otro lado, lo típico en esa época de mi vida.
Una de esas tardes en las que a mí se me daba por quedarme en casa, en vez de visitar a La Yanire, me llegó un sms al móvil (móvil que compartía con mi hermana Dafne, por cierto), desde el teléfono de La Yanire, que decía así:

"Hola, cari, soy Emilio. Me duele mucho decirte esto, pero no estamos siendo nosotros mismos y creo que es mejor dejarlo".

¿HOLA? ¿Me está dejando con la excusa más pobre y menos consistente que he leído en toda mi vida? Pues sí, lo estaba haciendo. No sólo se estaba escudando en una excusa absurda y que yo ni entendía, sino que lo hacía mediante un sms desde el móvil de otra persona ¿Dónde estaba la cámara oculta? A día de hoy sigo buscándola. No lloré, todavía no sabía lo que era enamorarse, simplemente lancé el teléfono contra el suelo y me encerré en mi habitación para escuchar canciones deprimentes (¡Toma topicazo!). Transcurrieron un par de días un tanto grises pero pronto me recuperé de aquello.
Ahora bien, si mi cara fue curiosa cuando leí aquel sms, más curiosa fue cuando me enteré años más tarde, por boca de Emilio, de que me había dejado porque me había puesto los cuernos con una tipa mucho más fea que yo. Había perdido la virginidad con ella y me lo explicó con estas delicadas palabras:

-Me lié con ella, y como me habían dicho que era una guarra, le toqué una teta. Vi que se dejaba y metí la mano por debajo de la camiseta, al ver que ella no se quejaba, le desabroché el sujetador y acabamos follando.

¡Wala, tenía ante mí un novio poeta!

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