4 oct 2011

Domingo, día de resaca

Recobré el conocimiento enseguida, aquello sólo había sido un vahído tonto. No quería escuchar la voz preocupada de Irene, era un simple murmullo de fondo que se fundía con el ir y venir de los coches y el gentío. Me apetecía quedarme allí, tirada en la hierba, con los ojos cerrados y dejando que el mundo continuase girando sin tenerme ni un poquito en cuenta. Demasiada información en mi contra por aquel fatídico día; aquello me superaba. Mi hermana y mi novio... ¿en serio? ¡Yo creía que esas cosas sólo pasaban en las películas, joder! Anda que Emilio se había lucido poco... vale que yo sabía cómo era él y siempre había sido consciente de que se comportaba como un niñato egoísta, una persona detestable pero, por otra parte, solía sorprenderme a mí misma observándolo con una sonrisa de oreja a oreja mientras pensaba en lo felices que seríamos juntos durante toda la vida. Era muy sencillo para Emilio conseguir que yo bajase la guardia. De todos modos, nunca lo creí capaz de llegar hasta tal punto; era demasiado rastrero incluso para él.
Escuché más voces a mi alrededor y pasos que se acercaban a ayudarme, sin embargo yo seguía allí tumbada; no sentía ni padecía ni tampoco hacía por evitarlo. Pensé en mi hermana, mi pequeña Dafne, y me devané los sesos buscando una explicación a su comportamiento: Dafne no era la típica cría consetida que únicamente busca su propio beneficio a costa del bienestar de los demás. Ella no pretendía destacar por encima del resto ni se caracterizaba por ser especialmente envidiosa. Siempre se había cuidado mucho de hacerle daño a la gente que le importaba. Dafne me había traicionado porque estaba enamorada (o lo que fuera) de Emilio, no había ninguna otra posibilidad. Tanta mierda me sobrepasaba, eso era lo único que podía deducir de la gran maraña de ideas que constituían mi pensamiento. Fue necesario que mis hipótesis me condujesen hasta esta última conclusión para reaccionar. Eso y que cuando fui a abrir los ojos me encontré con Emilio cogiéndome en brazos para llevarme a casa. El brinco que pegué para zafarme de su abrazo bien pudo haber sido merecedor de una medalla olímpica; conseguí que me soltara y me sobró tiempo para gritarle, darle un bofetón e irme a mi casa.
Estaba orgullosa de mí misma; había sido capaz de actuar como lo haría la mujer que algún día quería llegar a ser. La confianza que sentía me brotaba por los poros ¡qué valiente había sido! No podía creer a lo que me había atrevido. Claro que la Nekane de hoy en día se descojona en la cara de aquella niña, la pobre era una pardilla tan acostumbrada a tragar mierda que por una vez que se atrevía a decir "no" creía que se iba a comer el mundo. Daba bastante pena pero por algo hay que empezar, digo yo. En fin, a lo que iba; estaba pletórica, tanto que me dio por reír, sin embargo la risa me duró bien poco. El hecho de "haberle plantado cara" a Emilio me hacía sumamente feliz, sí ¿y qué? Me conocía lo suficiente como para saber que mi reacción había sido el equivalente a ponerse tonto con papá y mamá: te hinchas como un pavo real, convenciéndote a ti mismo de que llevas razón y eres más chulo que nadie pera acabas de morros encerrado en tu habitación arrepintiéndote. Aquella situación era insostenible: yo estaba enamorada de un tío que tenía una aventura con mi hermana pequeña.
Entré llorando en casa, directa a mi habitación. Me senté encima de la cama, en el rincón entre la pared y la mesa, me encendí un cigarro y esperé. No sabía qué o a quién ¿acaso importaba eso? Dafne entró en mi cuarto cuando yo llevaba tanto tiempo volviéndome loca que había perdido la noción del tiempo, me había convertido en la viva imagen de la decadencia, estaba un poquito más muerta por dentro que de costumbre, a pesar de ello me mantenía entera, expectante. Dafne lo sabía y se sentó en el extremo de la cama, mirándome:

-Cuéntamelo todo.
-Nekane ¿de verdad quieres saberlo?
-Es lo único que me apetece ahora mismo. Cuéntamelo todo, Dafne, bastante te has estado callando.
-Está bien... antes de nada deberías saber que Emilio y yo ya no estamos juntos, acabo de romper con él. Nada de esto es justo para ti ni para mí, y mucho menos después de lo que ha pasado hoy.
-Hace falta que tu hermana se desmalle para que tú dejes a su novio... sigue, sigue, que me voy a reír.
-Nekane, joder, no estás siendo justa. Todo esto es mucho más complica...
-¿Mucho más QUÉ? ¡Pero cómo puedes tener tanta cara? Mucho más complicado será veros a escondidas, mucho más complicado será besarlo sabiendo que acaba de estar conmigo y así un largo etcétera.
-Eso no es cierto, déjame explicarme y lo entenderás. Me conoces bien, sabes que no te haría algo así sin que hubiese un buen motivo.
-El problema aquí es que yo nunca te habría hecho nada así, con motivos o sin ellos ¿Sabes qué? Estoy cansada de ti, no quiero verte la cara ni mucho menos escucharte mentir más todavía.

Y con la misma, me puse la chaqueta, así mi bolso, la eché de mi habitación y me fui. Sabía muy bien hacía dónde me dirigía, cogí el teléfono y llamé a Emilio:

-Menos mal que me has llamado. Estaba preocupado por ti, Nekane.
-He intentado hablar con Dafne pero no soporto tenerla delante, sé que cada palabra que pronuncia es una mentira.
-Nekane, cariño, quizás deberías escucharla, es tu hermana y te quiere más que a nadie.
-Si me quisiera tanto no habría intentado robarme lo más importante de mi vida: tú.
-Tienes toda la razón de mundo, princesa ¿Dónde estás? Te voy a buscar y te lo explico todo.
-No hace falta, ya estoy yendo para tu casa. Nos vemos en un ratito, cari. Nada ni nadie va a conseguir que nos separemos. Te quiero.

28 sept 2011

Llueve sobre mojado

Transcurrían los meses y, a falta de un superhéroe enmascarado que me salvase de mí misma, mi relación con Emilio continuaba viento en popa y a toda vela. Ahora más que nunca estaba segura de que nuestro noviazgo era inquebrantable, que la magia que sentía cuando me abrazaba sería algo permanente, que aquel chico que me miraba con ojitos de amor se quedaría a mi lado toda la vida y que así, viviendo mi vida junto a él, viviendo nuestra vida, era cómo quería y debía pasar el resto de mis días. Mi pequeño Emilio lo tenía todo: era cariñoso, me cuidaba, me hacía reír constantemente (le puse el mote de "payasito". Patético, lo sé.), con él practicaba el mejor sexo que he tenido jamás con nadie y, aún por encima, empezaba a llevarse genial con mi hermanita Dafne. A raíz de la gran mentira de Irene, nuestra consecuente pelea y de que Estela, Mamen y Amina no vivían en mi mismo pueblo, sólo éramos tres los que quedábamos siempre para salir a dar una vuelta todas las tardes: Emilio, Dafne y yo. Al principio, mi hermana se negaba a venir, decía que ella no pintaba nada bajando con una parejita tan empalagosa y mucho menos si uno de los miembros de esa pareja era su hermana mayor y con el otro casi ni tenía trato. Yo respeté su decisión, al fin y al cabo tenía sentido que no le apeteciese ejercer de condoncito, sin embargo Emilio no se rindió y optó por intentar aprovechar el vínculo que los unía (yo) para trabar una nueva amistad.
No había pasado demasiado tiempo desde entonces cuando me percaté de que se habían hecho inseparables: ambos se tomaban la vida como algo creado para disfrutar, transmitían alegría y algo de locura. Locura de esa que todos necesitamos. Su amistad se afianzaba; se querían mucho y se lo demostraban continuamente con besos y abrazos, incluso quedaban a solas si yo tenía cosas que hacer por la tarde. Aquella situación me hacía realmente feliz; mis dos personas favoritas en el mundo entero se llevaban de maravilla ¿qué más podía pedir? Un día, me senté frente al ordenador con la intención de abrir mi messenger y quedar con Emilio para pasar una tarde a solas y queriéndonos mucho. Cuando fui a abrir mi cuenta, me di cuenta de que mi hermana se había dejado su messenger abierto y que Emilio estaba conectado, así que le hablé desde allí para ahorrarme el coñazo de andar cambiando de cuenta:
-¡Hola mi amor! :D
+Hola, mi princesita ¿cómo estás, preciosa?
-Pues mal, porque te echo mucho mucho muchito de menos ¿quedamos esta tarde a solas tú y yo?
+¡Guay! Yo también te echo muchísimo de menos, tengo ganitas de mimarte toda la tarde :)
-Pues quedamos sobre las cinco en el parque de siempre ¿vale?
+¡Jo, hasta las cinco no voy a verte! Bueeeeeeeno, vaaaaaaaaleeeeee, esperaré impaciente.
-¡Vale, genial! Un besito, te amo, payasito mío (L)
+Joder, Dafne, no me hables como tu hermana que me da mal rollo. Ya sé que tengo que dejarla pero dame tiempo.
Se me paró el corazón, no entendía nada ¿qué acaba de pasar? Cerré la sesión de mi hermana y me quedé delante del ordenador intentando organizar todas las ideas que se me pasaban por la cabeza. Apagué el ordenador y salí a la calle,necesitaba aire. Me puse a caminar sin rumbo fijo, a dónde me dirigía era lo de menos, ni yo misma lo sabía, sólo importaban mis pensamientos, las ideas me iban a 100 por hora: era imposible ¿mi hermana y mi novio? Ni de coña, no ¡con ella no, joder! Levanté la cabeza y allí estaba ella: Irene me miraba desde la ventana de su casa. Mis piernas me habían llevado inconscientemente hasta su casa, llamé a la puerta y llorando le pedí perdón. Le había jodido la vida a mi mejor amiga, la que era prácticamente mi hermana, y todo por culpa de un mentiroso. Me había enamorado del ser más egoísta que he conocido jamás; mi nube acababa de tirarme de cabeza contra el suelo. Irene no me reprochó nada, me abrazó y me escuchó atentamente. Me cuidó como sólo alguien que ha compartido su vida contigo sabe hacerlo y me propusó un plan: lo que tenía que hacer era llamar a Dafne, decirle que había quedado con Emilio a las cinco en el parque de siempre, que yo estaba muy ocupada y no podía ir, así que tendrían que pasar los dos solos la tarde. A las cinco menos cuarto Irene y yo ya estábamos allí, nos escondimos detrás de unos árboles desde los que se podía ver todo el parque pero lo bastante frondosos como para que el resto del parque no nos viese a nosotras.
El reloj daba las cinco en punto cuando apareció Dafne, se sentó en un banco y no pasaron ni tres minutos cuando vimos a Emilio. Se situó detrás de Dafne sin que ella se diera cuenta: llevaba  una rosa roja en la mano izquierda y con la otra le tapó los ojos a mi hermana, gritó un ¡SORPRESAAAAAA!, la besó en los labios con todo el amor que yo sentía por él y se quedaron allí abrazados durante lo que a mí se me antojó una torturadora eternidad. Las rodillas me temblaban, el mundo se paró, las lágrimas me impedían ver con claridad, no escuché el grito de Irene, sólo recuerdo que las piernas me fallaron y todo se volvió borroso para pasar a sumirme en la más profunda de las oscuridades.

8 ago 2011

Si tú me dices ven, lo dejo todo.

Echando la vista atrás me recordarás hablando de mi único y efectivo dogma; el mamismo. Bien, el mamismo surgió mientras celebraba mi décimo octavo cumpleaños, tras una gran tarde de romería y durante una noche de caipirinhas y amigas. Como ya he explicado en algunas entradas antiguas, el mamismo surge a raíz del comportamiento de Mamen para con los hombres y su modus operandi: fichas tu objetivo, tanteas el terreno y si no eres demasiado torpe logras llevártelo a la cama (por "cama" entiéndase también "coche", "baño público" e incluso "descampado", que nos conocemos...). Los tíos son como kleenex: de usar y tirar; siempre puedes reutilizarlos en caso de que hayan sido capaces de satisfacer tus necesidades (o no te queden más), eso sí, llega un punto en el que los has gastado tanto que terminas pringándote. Sí, esas somos nosotras, las calientapollas que le echan miraditas a tu novio mientras perreamos las unas con las otras y esperamos a que salga del baño para entrarle a saco. Nos los pasamos bien zorreando, a pesar de esconder a una insegura y patética Bridget Jones en nuestros adentros la cual espera que ese zopenco que le está sobando hasta el carnet de identidad sea el amor de su vida. Hemos llegado a un punto en el que acallar esa vocecilla que grita "¡ERES EL AMOR DE MI VIDA!" al primer borracho que se fija en el color de tus ojos, es la batalla de cada fin de semana para poder cazar a gusto. 
Con lo poco que sabes de mí podrías asegurar que esta forma de vida no es compatible con la Nekane que conoces; la niña buena y enamorada que se pasaba las horas suspirando en la ventada de su habitación esperando a su buen y adorado Romeo motorizado (Emilio en la Scooter). Es verdad, lo de ser una mujer liberada vendría bastante después ya que, antes de que el mamismo marcase mi vida, el dios Emilio era lo único en lo que yo creía: que amanecía un día con un sol brillante y resplandeciente, Emlio estaba contento; que las estrellas brillaban como nunca iluminando mi habitación, era él que me arropaba con un manto estelar; que llovía, pues estaría llorando porque me echaba de menos; que había un terremoto, se habría caído de la cama. El dios Emilio, poderoso a la par que bondadoso, era consciente de la admiración que despertaba en  nosotros ¡oh, simples mortales! y decidió, una mañana de invierno, que no era justo que yo fuese la única plebeya receptora de su amor. La proeza de cómo el dios Emilio compartió su calentón comiéndole el cuello a una "amiga" delante de todo el mundo llegó a mis oídos por boca de Irene. Esta me contó que él se había echado encima de una chica, acorralándola contra una pared, para meterle mano y besuquearla. Confusa, hablé con Emilio para pedirle una explicación de aquello, y me prometió que Irene mentía: él sólo había abrazado y besado en la mejilla a aquella chica y para demostrarlo me trajo el testimonio de uno de sus súbditos.  Irene pretendía separarme de los brazos de Emilio y yo no entendía nada ¿por qué mi mejor amiga no querría que yo fuese feliz junto al hombre de mi vida? Envidia, Irene me tenía envidia.
Nadie putea a Nekane y mucho menos un tapón de 4cm mal medidos (Irene siempre ha sido muy chiquitilla): me había mentido y, lo que era peor, había conseguido que por un segundo yo pusiese en duda la palabra de mi noble Emilio. La pequeña espartana que llevo dentro pedía guerra y Emilio aumentaba mi sed de sangre con comentarios del tipo "cada vez que me ve me mira con cara de perra y sólo busca hacerme daño" ¿Qué hacer? Fácil, la solución tenía nombre propio; Rafa. A pesar de que había sido un cabrón con ella, Irene seguía enamorada y lloriqueando por las esquinas así que yo aproveché esa información en su contra: me lié con Rafa en su cara y paseé con él de la mano durante una semana por todo el instituto (El gran y comprensivo dios Emilio nos dio su consentimiento, por supuesto). Por si Irene no estaba suficientemente jodida porque su mejor amiga no le hablase, se fuese con su ex y que medio instituto la evitase, decidimos hacerle una amena visita a su casa. Allí estábamos; Dafne, una chunga, Emilio y yo diciéndole a Irene que era lo peor que había pasado por nuestras vidas, que nadie la iba a querer ni aguantar nunca por mentirosa y que se creía que se comía el mundo cuando no levantaba ni medio palmo del suelo. Para cuando llegaron sus padres, Irene lloraba desconsoladamente en la puerta de su casa y nosotros escapábamos corriendo a carcajadas.
La venganza me estaba consumiendo; nunca era bastante, nada era suficiente ni comparable al daño que ella me había hecho. Me negaba en rotundo a perdonarla y mi compasivo Emilio se ponia de su lado: "Estoy un poquillo preocupado por ti y por Irene. No sé, me preocupáis.. no voy a negar que la razón la tienes tú ¡porque la tienes! Yo sólo te digo que Irene lo que hizo fue exagerar o, a lo mejor, lo vio mal. Tienes que tener en cuenta que las segundas oportunidades existen y que tampoco quiero que una persona que tienes como mejor amiga la pierdas por un malentendido. También es cierto que te traicionó pero ¿quién no traicionó a un amigo en algún momento de su vida? Esto te lo digo porque me pongo en su lugar y me siento mal y, si te digo la verdad, no sé por qué pero me siento como si por mi culpa se estropease una amistad. Resumiendo, me siento culpable y no me mola sentirme así. No te voy a seguir comiendo la cabeza porque no sirve de nada, sólo que sepas que si decides volver a hablarle a Irene yo te voy a seguir queriendo igual que siempre y que nunca nunca nunca te voy a dejar" ¡Qué bueno era mi niño! ¡Qué comprensivo! Casi casi se me saltan las lágrimas de la emoción... ¡Qué pena daba, la madre que me parió! ¿Pero es que nadie se atrevía a darle una colleja o una patada en la boca, directamente? 
A día de hoy, Irene y yo hablamos de esto y nos reímos; yo asumo que fui una gran hija de puta y la culpabilidad me obliga a pedirle mil perdones. Debo confesar que cada vez que recuerdo esta parte de mi vida me entran unas ganas increíbles de reventarme la cabeza contra un bordillo, ya no por haber confiado en Emilio (no hay mucho que comentar sobre alguien que suelta tal perla: "¿quién no traicionó a un amigo en algún momento de su vida?" ¿no?) sino por el daño gratuito e innecesario que le hice a Irene. Por suerte o por desgracia (me inclino más por esta última) pasaría algún tiempo hasta que yo me enterase de la verdad sobre aquella historia, y mucho más tiempo transcurriría hasta que yo me desvinculase de la iglesia del dios Emilio para siempre (de la cual me echaron a bofetones). Hay que ver ¡Si es que no aprendo ni a palos!

20 jul 2011

De cómo Irene tocó techo

El tiempo pasaba y yo me iba haciendo mayor; tocaba despedirse del que había sido mi colegio-cárcel durante toda mi vida. La mejor opción para un viaje de fin de curso nos pareció Tenerife; sol, cachondos y buenas olas con las que aprenderíamos a surfear. Nos plantamos en aquella isla y la líamos parda, el primer día casi nos echan del hotel y llaman a la policía porque el grupito de malosos de mi colegio, encabezado por Rafa, casi se pega con unos chavales así porque sí: estaban asomados en el balcón de la habitación y los críos estos empezaron a insultarlos entonces, haciendo gala de su madurez, el querido de Irene y sus matones bajaron para partiles la cara ¿Qué pasó? Algo que no dejará nunca de sorprenderme; se hicieron colegas ¿Pero qué coño tienen los tíos en la cabeza para pasar de "¡Oíste, no te confundas eh! ¡Que no sabes con quien estás hablando!" a "Sin fallo, tío. Estáis de vacaciones aquí y yo te enseño la isla, nos vamos de fiesta  si tienes algún problema ya sabes. Aquí para lo que sea" ¿Con qué tipo de tara mental vienen de serie? Jamás lo averiguaré, pero siempre me ha fascinado.
Una vez hechos todos amigos, salimos con ellos y nos presentaron a sus amigas. Las más zorras que he conocido yo en toda mi vida. Les valía cualquiera de los gallegos pero iban a por el macho alfa; Rafa. Entre tantas nuevas atenciones, Rafa se olvidó de Irene por completo. A nuestros oídos llegó el rumor de que había dormido con una de las chicas en la habitación del hotel tras una gran borrachera. Irene, en lugar de irrumpir en la habitación y hostiarlos a todos hizo algo mucho más inteligente: nos reunimos unas cuantas despechadas (ninguno nos hacía puto caso y estábamos resentidas) y empezamos a llamar a las habitaciones del hotel por el teléfono de nuestro cuarto. Con una vocecita ridícula, una de nosotras marcaba el número de la habitación de Rafa e insultaba a las chicas, también salíamos al pasillo y les petábamos en la puerta. No sé qué esperábamos de tan ridícula actuación por nuestra parte, lo único que conseguimos fue que una de nosotras se cayese encima de mi maleta y se escoñase. Amaneció un soleado día en Tenerife y nos fuimos a hacer surf. Nosotras como que pasábamos bastante de las olas; estábamos allí para torrarnos al sol. Ironicamente, a nuestro lado se colocaron nuestras amiguísimas para ver surfear a Mr. Interesante (Mr. Interesante es el hombre definitivo, por aquel entonces eso no se veía venir e Irene desaprovechó su oportunidad de tirárselo, por tonta). Gracias a Rafa y Mr. Interesante, la sequía en Tenerife se solventó durante aquel mes y es que estas chicas tenían fijación por ambos. Mr. Interesante lo sabía, siempre le ha encantado fardar y gustar, quería ligarse a Irene y le dijo en voz bien alta para que lo escuchasen las payasas aquellas "Irene, esta ola te la dedico a ti". La cara de "muérete, puta" que pusieron las tinerfeñas fue un poema y nosotras disfrutamos de nuestro particular Fuck Yeah mirando a Mr. Interesante. Por la tarde, nos fuimos a un balneario e Irene se empeñó en hablar con Rafa para aclarar las cosas. Siguiendo la tónica de cobardía que caracteriza a todos y cada uno de los hombres, Rafa la evitaba por todos los medios.
Llegamos al hotel y, viendo que Rafa se preparaba para salir con la chica con la que había dormido, Irene se echó a llorar y Mr. Interesante le dio cobijo en su cama (el chaval era un pagafantas impresionante) con la esperanza de que Irene se diese cuenta de que Rafa no merecía la pena. Como cabe esperar, Irene y su enchochamiento acabaron perdonando el comportamiento de Rafa. A pesar de ello, su relación salió bastante desestabilizada de aquel bache y aquel fue el comienzo del fin. Por su parte, Mr. Interesante acabó siendo el adonis del que hablaba anteriormente y desvinculándose de todos nosotros (un tío inteligente donde los haya).

A mi vuelta de Tenerife me establecí en el País de la Piruleta, disfrutaba mi vida montada en una nube: paseaba por la Calle de los Bombones de la mano de mi Oso Amoroso, jugaba a las Barbies en la Plaza Regaliz con mis amigas de toda la vida y descubrí El Valle Encantado gracias a unos dinosaurios a los que les quedaban dos meteoritos. En la república independiente de mi imaginación todo marchaba sobre ruedas hasta que Emilio llegó con la noticia.
Estábamos en mi casa, Emilio y yo, hablando de todo un poco y la conversación desembocó en el tema infidelidad:

-Pues no, Emilio, yo nunca perdonaría unos cuernos. Tú a mí me fuiste infiel pero hace mucho tiempo de eso y sé que tú has cambiado.
-Ya, pero dependerá de la situación ¿no? Por ejemplo, Irene perdonaría a Rafa por lo de Alicia.
-No, Irene no dejaría pasar ese tem... ¡¿QUÉ?! ¿Que Rafa hizo qué? ¡No me jodas!
-¡Mierda! No, Nekane, a ver espera...
-¡¿Pero que "espera" ni que mierda?! ¡Cuéntamelo ya!
-A ver, pero prométeme que no se lo vas a decir a nadie y mucho menos a Irene. Cuando Irene y Rafa empezaron a salir, nos fuimos de fiesta una noche y Rafa se lió con Alicia. La culpa no fue de ella, Rafa llevaba mucho tiempo detrás de Alicia y como vio que estaba muy borracha aprovechó.
-¿Pero cómo pretendes que no se lo cuente a Irene? Está clarísimo que se lo voy a decir, tengo que hacerlo. Y Rafa es un cabrón y la otra una zorra insípida por dejarse, el alcohol no es excusa. Él tiene novia y ella es amiga de su novia.

Tras varios intentos de convencerme lo único que funcionó fue el sexo; y es que no hay nada mejor para callarse que tener la boca ocupada. El tiempo pasó y los remordimientos de conciencia iban en aumento. Por otro lado, Irene estaba planteándose finiquitar su relación con Rafa (esto alimentaba mi indecisión ya que quizás lo dejase por sí sola, no le hacía falta el empujoncito de "Rafa te ha puesto los cuernos"). Apróximadamente un mes fue el tiempo que Irene me estuvo rompiendo la cabeza hablando del Johnny, un tío con piercings y una moto cutre al que había conocido en una "discoteca". Johnny quería temita con Irene e Irene empezaba a no querer temita con Rafa, la monotonía reinaba en su relación (de casa a la calle y de la calle a casa) y el sexo no lo compensaba. Entre idas y venidas, dimes y diretes yo decidí contarle a Dafne lo que estaba ocurriendo. Le supliqué que no se fuese de la lengua pero  no me hizo caso; esa misma tarde bajamos por el Valle Encantado (lugar en el que sólo había dinosaurios que "comían" hierba) y Dafne le contó todo a Irene. A punto de romper a llorar, Irene pidió un móvil, todos los dinosaurios hicieron la de "no tengo saldo" pero cuando Irene dijo "es para dejar a Rafa" volaron teléfonos.
Apartadas del grupito de dinosaurios interesados, Irene envió este sms:

"Te dejo, no quiero saber nada más de ti. Eres un cabrón".

Irene, que siempre ha sido muy considerada, cayó en la cuenta de que entre que aquello había sido hacía demasiado tiempo y que a Rafa le faltaban la mayoría de las luces, optó por llamarlo para aclararle las cosas, además no pagaba ella:

-¿Qué hiciste?
-¿Qué hice de qué?
-¿Que hiciste cuando saliste de fiesta con Emilio y Alicia?
-¿Cuándo?
-Mira, Rafa, no me putees. Sé todo, no me mientas más. Que te den.

Así fue como Irene puso punto y final al tema Rafa (Rafa se lo tomó como le dio la gana y a día de hoy sigue creyendo que aquello fue un punto y seguido). Mi pobre amiga lloraba desconsoladamente al grito de "¡PUES QUE LE DEN! ¡¡Me voy de fiesta y me lío con el Johnny!!" Dicho y hecho; vestidas con nuestras mejores galas aparecimos en la discoteca donde se habían conocido. Por desgracia para Irene, Johnny no estaba allí pero el que sí se encontraba en el lugar era CR9 (digo 9 porque 7 en el Real Madrid sólo hay uno), un amigo de Johnny que estaba y sigue estando flipadísimo; intentó la mítica de "el amigo llega al higo" y "si necesitas cualquier cosa, lo que sea, me tienes aquí" pero Irene sólo tenía ojos, rojos y llorosos, para Johnny. Replanteándonos el asunto con un poco de perspectiva, nos dimos cuenta de que salir de caza no serviría de nada; lo que realmente nos hacía falta era beber y bailar. Allí estábamos, con el puntillo y dándolo todo al ritmo de Atrévete te te. Curiosamente, aquel día terminamos pasándolo bastante bien.

El hecho de volver a la normalidad se hacía de rogar: la mayor parte de la gente que conocíamos ejercía de abogado del diablo pretendiendo convencer a Irene de que perdonase a Rafa: "Te quiere muchísimo", "Lo está pasando fatal, te echa de menos" no obstante, Irene demostró una firmeza digna de admirar y se mantuvo fiel a su decisión. Por otro lado, Dafne y Emilio habían tenido bronca por mi culpa; a Emilio le había sentado como el culo que yo me hubiese ido de bocas y que, a raíz de ello, Dafne no se hubiese podido callar. Lo que habíamos hecho era imperdonable; ¿cómo no había sido capaz de mantener mi promesa? Era una persona horrible y Emilio me lo hizo saber con perlas del tipo "Si no eres capaz de cumplir tu palabra por mí será que no te importo" o ""Aún por encima se lo cuentas a tu hermana que sabes cómo es... me has decepcionado, no me esperaba esto de ti". Llorando y arrastrándome conseguí que Emilio nos perdonase y no me dejase; mi vida ya carecía de sentido si Emilio no se quedaba a mi lado, él lo sabia y utilizó bien esa información ¡Doblegaos, mortales, ante el dios Emilio!

28 jun 2011

Costumbres venecianas

En vista de la repercusión del blog y de su pequeña popularidad, me veo obligada a quitarme la máscara, dejo calladita la boca un rato largo a Nekane y hablo yo: Iria Lage Galera (Tck o Malfo). Hoy no habrá un nuevo capítulo de la vida de Nekane, no. Hoy me toca aclararte ciertos puntos y hacer hincapié en algunos hechos que la gente parece no entender. Para empezar te diré que aquí nada es real; ni los personajes, ni las anécdotas ni los escenarios, ni nada de nada. Cada detalle, hasta el más insignificante, está inventado por mí; las aventuras de Nekane son una mentira y la propia Nekane es el mayor engaño de toda su historia. Aquí soy yo, Iria, la que maneja el cotarro y parte el bacalao, soy la diosa de mi blog, hago y deshago a mi antojo; puedo matar a Emilio y hacer que Nekane se lie con su padre o hacer que se vuelva lesbiana tras enrollarse con su amiga Irene, por ejemplo ¿Por qué? Porque aquí nada se basa en hechos reales; "Dando tumbos por mi vida" es tan veraz como "Harry Potter". Piénsalo ¿quién puede haber vivido acontecimientos tan surrealistas con tan pocos años? No sé tú, pero yo en su lugar acabaría en la ventana de mi casa mirando hacia la nada con una manta y balanceándome de delante hacia atrás.
Como autora, pongo todo mi empeño, esfuerzo y dedicación en intentar crear y publicar día a día: reúno los elementos más retorcidos que se me vienen a la cabeza y los junto para torturar un poco a mi pobre marioneta (Nekane). Exprimo mi diminuta imaginación al máximo sólo por hacerte pasar un buen rato, funciona y por eso continúo escribiendo con tanta frecuencia como el mundo real me lo permite. Con esto, llego a otro de los puntos que me interesaba tocar; y es que la vida del estudiante es la mejor menos cuando toca chapar duramente. A partir de hoy dejaré totalmente aparcado el blog para dedicarme por completo a los exámenes, tengo unos planes de futuro que pretendo conseguir y, como comprenderás, no puedo permitir que el blog me robe tiempo que necesito para asuntos de mayor importancia. De hoy a mediados de julio, "Dando tumbos por mi vida" permanecerá en stand-by. Pondría un cartel de "cerrado temporalmente, disculpen las molestias" pero eso se hace en los lugares serios y tanto tú como yo sabemos que este blog tiene de formal lo que nosotros dos.
Ya que he usurpado el lugar de Nekane aprovecho para desearos a todos un felicísimo y estupendo Día (o lo que queda de él) del Orgullo LGBT. Si todavía sigues dentro del armario, sal, corazón, que estamos en verano y hace demasiado calor ahí dentro, además fuera tenemos aire acondicionado, playa y Frapuccinos.
Para finalizar, quiero darte las gracias a ti. Tú, que cada vez que sabes que he publicado vas como un loco a leerte el nuevo capítulo; tú, que me comentas en las redes sociales lo que te ha encantado y lo que no para hacer que esto mejore; tú, que ahora mismo estás leyendo esto y esperabas a Nekane, gracias. Infinitas veces, gracias por disfrutar de las divagaciones de una servidora. Acabando la entrada de hoy, te reservo una sorpresa; si me conoces, sabrás bien que Nekane y yo (y todo el que haya tenido una vida sexual más o menos ajetreada) sólo tenemos una cosa en común; el malfo. El mal follamiento, junto con la represión, es el gran mal del mundo y yo he sufrido ambos en mis propias carnes. Hoy, procurando demostrarte mi agradecimiento por ser fan de este blog, te voy a contar una historia real; toma asiento porque viene el cuento de cómo Iria pasó a ser La Malfo.
En algo más de una semana, hará un año de la segunda peor experiencia sexual de toda mi vida; mis amigos hablaban como locos del Festival Celta, de Ortigueira y yo no tenía ni la más remota idea de a donde me llevaban. Le pedí la Quechua a mi cuñado, dinero a mis padres y me dispuse a coger el FEVE con toda la tropa. El viaje no se me hizo demasiado largo; tras pasarlo bastante mal pensando que perdíamos el tren y cargando con toneladas de bebida y comida, habíamos conseguido acomodarnos y teníamos al lado a tres chicas que fueron entreteniéndonos el camino con perlitas del tipo "en Ortigueira se está de puta madre: vas para la playa, te metes un tirito y te das un chapuzón"  o, abriendo un SMS de USC notas, "¡5, justo pero da gusto!". Si no tienes en cuenta que eran unas yonkis declaradas, fueron bastante majas. Llegamos a Ortigueira y nos tocó subir andando porque se veía que el bus no tenía ganas de venir. Cargados como mulas, optamos por apoderarnos de un contenedor, vacío y limpio, para meter todas las cosas dentro y que el camino nos resultase más cómodo. Íbamos de puta madre, hasta que nos paró la policía y nos obligó a vaciar el contender, dar la vuelta y dejarlo donde estaba. Supermajos ellos ¿a qué sí? Para cuando conseguimos aparecer en la zona de acampada, Martín (mi más mejor amigo gay) y yo estábamos acabados; él había demostrado toda su virilidad ejerciendo de macho man cargando con no sé cuantas botellas (esto me sirvió para corroborar que el hecho de ser gay no te libra de la tara mental con la que todos y cada uno de los hombres nacen) y yo nunca he servido para moverme del sofá de mi casa.
Montamos la tiendas y empezamos a beber; a raíz de que Martín se plantease quedarse por noche en el campamento en vez de bajar al pueblo yo comencé a pensar que con mi dolor de espalda aquello sería lo más acertado. No podía tener más escoñada la espalda y todavía me quedaban unos cuantos días durmiendo en el suelo, cuando Martín me propuso un trueque de masajes; acepté sin dudarlo. Nos metimos en mi tienda y los rumores de que Martín y yo acabaríamos liándonos comenzaron; él aun no había salido del armario y yo estaba soltera. Todo marchaba con más o menos normalidad hasta que apareció él, el chico del malfo. No voy a decir el nombre del responsable, ya bastante gente lo sabe, pero sí te voy a poner en situación para que te enteres bien de cómo fue el asunto. Conocí a este chico, lo voy a llamar Javi, ya que será más cómodo ponerle un nombre, bueno pues conocí a Javi en Ferrol, por medio de mis amigos. No había hablado demasiado con él y me lo propuse como nuevo objetivo. Tan rápido como vinieron a mí las ganas de tirármelo, se fueron; había mantenido con él una conversación de más de diez minutos y había perdido hasta el último ápice de morbo que me daba. Eso era lo que pensaba y sentía mi parte sobria, pero aquel mismo fin de semana me entró y terminamos liándonos y sobándonos demasiado en medio de la calle. Mis amigas nos pillaron y cada uno se fue por un lado. Bien, pues fue en Ortigueira cuando me reecontré con Javi por primera vez después de aquel lío.
Al principio, me dio la sensación de que estaba bastante pendiente de mí, pero no le hice mucho caso a ese pensamiento porque no es raro que te den ese tipo de impresiones y estar equivocándote. Pos otra parte, yo no quería nada con él y lo que me faltaba era seguirle el rollo. Javi nos escuchó a mí y a Martín barajando la posibilidad de quedarnos arriba en vez de ir al pueblo y se acopló. Tuve que suplicarle a la puta de mi amigo que no me dejase a solas con él; me hizo caso porque vio que no me estaba inventando que Javi venía detrás de mí. Se fueron todos, y nosotros tres nos pusimos a beber alrededor de una hoguera; Javi se sentó a mi lado y cuando quise darme cuenta lo tenía sentado entre mis piernas. Yo no sabía donde meterme. Empezó a hacer frío, dejamos de beber (la verdad es que no habíamos bebido ni media botella cada uno) y nos metimos en la tienda de Javi (los tres). El problema vino cuando Martín se volvió loco con el fuego; no paraba de salir de la tienda para vigilar que el fuego no se apagase y Javi me atacaba cada vez que mi amigo se ausentaba. En aquella tienda de campaña se juntaron la incansable insistencia de Javi, lo difícil que se me hacía decirle "no" a un chico y la ausencia de Martín para darme el empujoncito y dejar que Javi me besase; pensé "no va a parar de insistir, igual si le consiento que me de un par de besos se queda contento y me deja tranquilita". Mi  plan fue un fracaso absoluto; cada uno se metió en su saco y nos pusimos a dormir, pero resulta que yo siempre dejo la cremallera un poco abierta porque me agobia sentirme una oruga. Javi se dio cuenta de la cremallera estaba abierta y coincidía de su lado, entonces se acercó a mi oído y me dijo "esto es un metemano en toda regla". Quería salir corriendo de allí pero me acojonaba; era la primera vez que iba a Ortigueira, el resto de mis amigos no estaban y yo no me iba a ir sola a mi tienda. Me dejé llevar; un beso, me tocas una teta, ahora se te pone dura, me acabas calentando y, con la tonterías, el chaval tampoco lo hacía tan mal. El único inconveniente era Martín, yo no iba a follar al su lado, obvio. Javi lo sabía y ¿qué hizo? Salió de la tienda y fue llevando la comida de mi tienda a la suya para hacer hueco. Yo no me lo creía, aquello no podía estar pasando en serio. Me cogió y me metió dentro de la tienda. Pero ya no había nada que hacer, aquel numerito tan patético había conseguido que a mí se me bajase toda la libido; entre mi apatía, las medidas de la tienda y la falta de destreza que empezó a demostrar mi acompañante sólo conseguí sudar como una cerda allí dentro. No había comunicación, no nos entendíamos y terminamos con un "¿vamos terminando, mejor?". Patético.
Salimos de la tienda chorreando, dándome asco por partida doble. Lo típico de las Two Seconds, que no transpiran. Él cogió una toalla para secarse y yo fui corriendo a despertar a Martín con las siguientes palabras:

-Acabo de echar el peor polvo de mi vida.
-¡¿QUÉÉÉ?! ¿¡CÓMO!? ¿Con quién?
-Con Javi ¡Qué horror! ¡Qué tío más trenco!
-¿Pero qué dices? JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.

A sabiendas de que Javi volvería, aquella era su tienda y querría dormir, llamé a las niñas y me fui a buscarlas. No quería seguir más allí, viéndole la cara al otro. El cotilleo de lo que había pasado esa noche corrió de boca en boca, Martín empezó a decirme que era una mal follada para darse el gusto de meterse conmigo. El tiempo pasó, Martín salió del armario y digievolucionamos en El Inver y La Malfo. Y es que ya lo dicen todos  los psicólogos, hay que saber reírse de uno mismo.

22 jun 2011

El cuervo y la zorra

Hoy te voy a regalar una fábula, bueno, un amago de fábula ya que el único animal que sale en esta historia es la zorra de Marian. Como toda fábula, pretendo que saques una enseñanza práctica para tu día a día pero mi relato está un pelín tuneado; aquí engañan al cuervo, no a la zorra y voy a dejar que saques tú tus propias conclusiones. Que cada una aprenda lo que crea conveniente y reflexione, no voy a ser yo la que te diga lo que tienes que pensar cuando ni sé qué debo hacer yo con mi vida.
Las discusiones son algo propio del ser humano, suelen ser consecuencia de una mentira, una desilusión o una falta de respeto. Cada cual discute del modo que cree más conveniente; unos optan por mantener la calma, otros prefieren ser más viscerales y dejarse llevar por los gritos, por ejemplo. Este último tipo suele desembocar en pelea y, a veces, hasta hacen que llegues a las manos. Nosotras habíamos optado por la discusión-pelea con gritos para dejarle las cosas claras a Marian. Es curioso; Irene y yo siempre hemos sido más calmadas para estas cosas, esas personas que todos conocemos las cuales pretenden arreglar el mundo con la fuerza de la palabra, acercando posturas (sí, yo también he pensado en el Kamasutra tras leer "posturas", no eres el único enfermo). Pero, esta vez, no opusimos resistencia a nuestros instintos y casi nos la comemos. Por otro lado, Dafne , que es la más espontánea de todas, se quedó a un lado, callada. Como te dije ayer, cuando nos dimos cuenta había desaparecido ¿A dónde se había largado?
Mis amigos y yo éramos conscientes de que Dafne quería mucho a Marian. Dafne era la que más tiempo había pasado con ella de todos; habían estado muchas tardes en casa de Marian con su madre y su prima, era en Dafne en quien más confiaba Marian (o eso se suponía) y mi hermana la había apoyado cuando la dejó el hermano de Rafa (Llevaba unos pocos meses de no-virginidad cuando las cosas les empezaron a ir mal; él la ignoraba. Marian se armó de valor para hablar con el hermano de Rafa y decirle que no fuese tan capullo pero él se le adelantó vía sms, otro valiente más. Sms en el que se despedía diciendo "te quiero, cariño, pero lo nuestro no puede ser" ¿Por qué los hombres te llaman "cariño", "mi amor" o "peque" mientras te dejan? Preguntas sin respuesta... el caso es que a Marian la habían dejado tiradísima y mi hermanita la ayudó. A esas edades, esta clase de cosas unen). Teniendo en cuenta la buena relación que mantenían, intentamos estar más con mi hermana para que no se sintiese sola, uno de sus mayores apoyos se había reído de ella en su cara y supusimos que necesitaría a su gente de toda la vida. Sorprendentemente, mi hermana estaba igual que siempre; su comportamiento seguía siendo el mismo, no había bajón por ninguna parte. Aquello era rarísimo y Dafne comenzaba a desaparecer cuando estábamos en casa o a quedarse en casa si salíamos a dar una vuelta. Algo  no cuadraba.
He mencionado varias veces a mi prima, voy a llamarla Maruja, será más cómodo ponerle un nombre y este le va al pelo porque la niña siempre ha sido una cotilla profesional. Fue Maruja la que me contó, sin saberlo, qué estaba pasando. Como cada sábado, Maruja venía a casa de mi abuelo a cenar. Yo la cogí por banda y empezamos a cotillear de todo el mundo, una cosa llevó a la otra y Maruja terminó contándome lo bien que se lo había pasado el sábado anterior con mi hermana y Marian. Yo hice como si no hubiese recibido el bombazo de mi vida y continuamos hablando. En cuanto salí de aquella casa, llamé a Irene y a Emilio contándoles lo sucedido; recogimos a Dafne en mi casa y le preguntamos qué estaba pasando. Aquello acabó como el Rosario de la Aurora; yo llorando diciendo que no entendía cómo mi hermana podía haberme traicionado de esa manera, Irene no entendía por qué nos había ocultado la verdad, Emilio gritaba como un energúmeno y Dafne pedía perdón mientras nos explicaba que la noche cuando discutimos ella se había ido con Marian; prefirió hablar con ella a solas y pedirle explicaciones coherentes sobre sus actos. No sé qué se dijeron, sólo sé que mi hermana la perdonó. Ahora que hago memoria para contarlo aquí, me doy cuenta de que éramos unos putos melodramáticos ¡Qué asco de gente! Total, que tras una tragedia de tal calibre no nos quedó otra que dejar de andar con Dafne. Emilio fue el más radical; le retiró la palabra.
Mi pobre hermanita se pasó algo más de una semana llorando y agachando la cabeza cada vez que se cruzaba con alguno de nosotros. Su único apoyo era Maruja. Recuerdo que una noche estaba yo en la calle con Emilio y se escuchaba música, dicha música provenía del cuarto de mi hermana; había puesto una canción que le encantaba a Emilio y me enviaba a mí como su portavoz para intentar convencer a Emilio de que la perdonase. Emilio hizo oídos sordo. Años más tarde, supe que mientras esa música sonaba, mi hermana lloraba en su cama y Maruja hacía collages en el ordenador con fotos de ambas en los que escribía mensajes del tipo "Dafne y Maruja siempre. Te quiero muchísimo, prima". Angelito, cada uno intenta animar como sabe...
La situación era un percal; mi novio y mi hermana enfrentados. Ante tal jaleo, Irene y yo decidimos darle una oportunidad a Dafne y Marian. Emilio se opuso.
Todo marchaba más o menos con normalidad; Marian era sincera (¡JA! ¡Qué te lo has creído, maja!) y Sexo Anal ya no daba la lata. Irene  y yo no terminábamos de confiar en eso de que Marian pasase de Sexo Anal, le habíamos repetido miles de veces que no nos importaba que fuesen amigas y quedasen, que lo único que nos reventaba era la mentira. De vez en cuando, Marian nos contaba anécdotas de Sexo Anal (siempre estaba llamando a Marian y esta le ponía excusas o no le cogía el teléfono); nos relataba cómo la había llamado por teléfono y ella la había dejado hablando sola, por ejemplo. Me acuerdo de una vez en la que Sexo Anal telefoneó a Marian llorando; su novio la quería dejar y ella no sabía qué hacer. Decía algo de tirarse por la ventana de su cuarto, luego recapacitó y consideró más acertado perder la virginidad con él para pode tenerlo bien atado. Se despidió de Marian diciendo "te dejo, que me tengo que pasar la cuchilla". Nunca nos quedó muy claro si se refería a cortarse las venas o depilarse.
Una tarde, fuimos a casa de Rafa (no estaba su hermano, obviamente) y allí nos encontramos con Epi y Blas. Epi y Blas son dos personajes que, creo, sólo saldrán en este post pero se merecen nombre ya que son igual de irritantes y cansinas que los dos muñecajos de Barrio Sésamo. Por otro lado, Epi tiene un buzón por boca (como en la realidad) y Blas es igual de guapa. El caso es que nosotras siempre nos habíamos llevado más o menos bien con Epi y Blas y aquel día, como siempre, nos saludamos con una cordial y calurosa falsedad. A pesar de ser un tanto pesaditas, no nos caían excesivamente mal ni formaban parte de nuestros temas de conversación. Por todo eso, nos quedamos muy extrañadas cuando nos percatamos de que nos hablaban con bastante distancia y al irnos ni si quiera se despidieron. Repasando la tarde, Irene, Dafne y yo, nos dimos cuenta de que Marian había estado un rato largo hablando con ellas y que fue justo después cuando empezaron las miraditas etc. Irene y yo no dejamos lugar a duda pero Dafne quiso preguntarle a Marian. Mientras Marian volvía a negarlo todo, Epi y Blas nos confesaban a mí y a Irene que Marian les había contado que nosotras no dejábamos de nombrarlas y sólo para ponerlas a parir, que éramos unas falsas y que si nos soportaba era por Dafne  ¡Din, din, din,din premio para la señorita! Tras un escupitajo en el ojo, por parte de Dafne, se terminó Marian. Irene y yo no le dijimos nada, dimos por acabado todo bastante bien con ese lapo.
Emilio recapacitó, hizo las paces con mi hermanita y nos trajo una sorpresita; Sexo Anal y la verdadera historia de cómo le dieron por culo. Al parecer, Marian siempre le prometía que convencería a Dafne de que nos dejase tiradas y así podría deshacerse de nosotras; a mí me insultaba continuamente y a Irene la envidiaba. Marian se llenaba la boca mintiéndole a todo su entorno, cosa que le pasaría factura; casi no tiene amigas, nosotras la ignoramos y Sexo Anal la utiliza para desestresarse; si la ve por la calle y ha tenido un mal día le grita y la persigue, Marian corre y se esconde en los portales. Debido al desahogo de Sexo Anal, Marian no sale de casa sin su perro 4x4 guardián que es su prima. La prima de Marian nos amenzaba continuamente hasta que le paramos los pies, y es que no se puede ir por la vida con complejo de Rocky Balboa

21 jun 2011

Santa María equis de

Lo conseguí; estabilidad era lo que hacía verdaderamente falta en mi vida y yo la tenía. Las cosas me iban bastante bien; una relación formal con un novio feo y fuerte, una familia que no molestaba demasiado, empezaba el último curso que me liberaría de mi colegio-cárcel y el núcleo de mi grupo de amigas seguía siendo el mismo e, incluso, aumentaba. Nosotras, que nos pasábamos las tardes en casa de Rafa rollo parejitas, comenzamos a entablar relación con Marian (la churri del hermano de Rafa) y nos hicimos íntimas. Si no recuerdas mal, Marian ya apareció hace un par de entradas y te dije que, como la de Robin Hood, es una zorra. Bien, pues ahora es cuando te cuento nuestra (mía, de Irene y Dafne) historia con Marian.
El principal inconveniente de la amistad que habíamos trabado con Marian tenía nombre propio; Sexo Anal. Tranquilo, no te asustes, nos dieron mucho por culo pero sin penetración. Sexo Anal es una chica, amiga de Marian, a la que he decidido bautizar con este nombre porque, al igual que dicha práctica sexual, si no la conoces la rechazas y te da hasta repelús, pero cuando le das una oportunidad te gusta e incluso te divierte. Marian sabía perfectamente que Sexo Anal no nos caía demasiado bien, intentamos darle una oportunidad pero era una niña todavía, tenía detalles demasiado infantiles. Todavía bajaba de vez en cuando con nosotras el día de Santa María. El día de Santa María fue una de las noches más divertidas de toda mi vida; la primera vez en mi vida que fumé algo que no era tabaco. Nos reunimos en mi casa Marina, Sexo Anal, Dafne, Irene y yo para dar rienda suelta a nuestra imaginación; un porro después [sí, sólo uno, fumando con responsabilidad (si es que eso es posible)], estábamos de risas viendo canales de música y observando a Sexo Anal taconeando y diciendo que era Farruquito con unos zapatos de mi padre. Más tarde, salió el tema sexo y cada una comenzó a contar sus experiencias, a su vez, surgió un tema del que nos cachondeábamos bastante; las malas lenguas contaban que en la fiesta donde yo me había liado con Pocoyo, habían visto a Dafne con su novio y una cosa entre manos. Nuestro morondongo hizo que le rogásemos a Dafne que nos enseñase a hacerlo; cada una cogió una salchicha de un paquete de la nevera y nos pusimos a practicar ese arte procedente de Francia. A medio camino entre "no podemos estar dando más pena" y "ya hemos practicado suficiente por hoy" dejamos las salchichas para dedicarnos en cuerpo y grasas a la Nocilla. Mientras ingeríamos cantidades industriales de chocolate, Marian comenzó a sentirse mal y me tocó a mí aguantarle la cabeza mientras vomitaba en el baño. Cuando comprobé que era capaz de vomitar sin comerse el wáter le cogí el móvil y comencé a mandarle sms a Emilio, los tenía gratis (no soy tan puta). Resulta que aquella se suponía que era una noche de chicas, los novios estaban prohibidos ya que no les hubiesen dejado fumar a ninguna de ellas. Como excusa, la más triste y patética que he escuchado en mi vida, las niñas les dijeron que nos dedicaríamos a ver pelis y que aprenderíamos el baile de los micrófonos (sí, el de la Tata Golosa).
Contra todo lo que puedas haber pensado hasta ahora, mi relación con Emilio se basaba en la confianza y en la sinceridad (una vez sabido todo nos hicimos, claro) y yo sabía bien que si le contaba a Emilio lo que estábamos haciendo él no me lo reprocharía, así que lo invité a venir. Entretenida, hablando con Emilio y vigilando a Marian, escuché los gritos de mi hermana y las risas de Irene: "¡Sexo Anal, aquí no! ¡Vete para tu casa, Sexo Anal!" Al parecer, todos los agujeros de mi hermana eran sólo de salida. Sexo Anal también quería vomitar y me tocó a mí aguantar de las dos. Se recuperaron y Sexo Anal se volvió a su casa. Al mismo tiempo que Sexo Anal salía por la puerta, entraba Emilio. Ni corta ni perezosa, lo arrastré hasta mi cuarto y puse en práctica todo lo que había aprendido aquella noche; esa fue la primera vez que yo le hice sexo oral a un hombre. No contaré los detalles, únicamente diré que contra la pared está en mi top 5 de posturas favoritas.
Tras aquella noche de locura y algo de lujuria,  Sexo Anal no volvió por mi casa, no la queríamos en el grupo y Marian lo sabía. Le dijimos, a Marian, que no estábamos en contra de su amistad, si quería seguir manteniendo relación adelante, no le íbamos a prohibir nada a nadie. Ella nos dijo que no volvería a quedar con Sexo Anal, que tampoco la soportaba. A mí, esa respuesta nunca me convenció, andaba con la mosca detrás de la oreja y los rumores de que la gente las veía juntas eran constantes, por otro lado, ya no estaba con el hermano de Rafa y no había nada que nos atase a ella. No teníamos pruebas de su amistad hasta que un día Marian nos llamó a mi hermana llorando contándole que su padre, con el que no se hablaba, la había llamado amenazándola y que se quedaría en casa todo el día. Casualidades de la vida, Irene la vio en el cíber con Sexo Anal pero ninguna de las dos la vio a ella. Por la noche, fuimos a dar una vuelta con Marian y le preguntamos que  qué hacía con Sexo Anal si se suponía que estaba en plena crisis existencial, Marian nos quiso hacer tontas en nuestra cara negándolo todo. Aquella fue la gota que colmó el vaso; me puse como una energúmena (jamás he vuelto a dar tanto miedo) y le grité hasta quedarme afónica. No sé qué le dije, no lo recuerdo, estaba obcecada, sólo quería gritarle. Me faltó muy poco para darle un bofetón; no plantaba cara, agachaba la cabeza y me daba la razón como a los locos. A tal punto debí llegar que Irene me agarro y me dijo "Nekane, basta, ya está" me giré para irme cuando escucho a Irene gritando; me había pedido que parase para poder gritarle ella a gusto.
Aquella noche, mi hermana Dafne quedó en un segundo plano. Cuando nos quedamos sin nada más que decir, Marian se fue. Estábamos comentando la jugada y lo mentirosa que había sido cuando nos dimos cuenta de que mi hermana no estaba; acabábamos de cerrar un capítulo de nuestras vidas ¿o no?

19 jun 2011

De boca en boca van

Mi pequeño gran secreto continuaba a buen recaudo; Emilio y yo estábamos juntos y sólo mis amigas lo sabían. Una tarde paseando por el parque, ejerciendo el papel de la típica pareja empalagosa, nos descubrieron; Mónica nos había visto besándonos. Mónica, a la que te nombré hace unas cuantas actualizaciones, había formado parte de mi grupo de amigas. Digo "había" porque a esas alturas de mi vida ya no nos llevábamos bien, es más, no nos soportábamos. Mónica era la chica nueva en mi clase, Irene la conocía y la introdujo en la pandilla. Al principio nos caímos genial y teníamos mucha confianza la una en la otra. No recuerdo la causa, sin embargo sé bien cuál fue la gota que colmó el vaso; Estela y yo no dejábamos de putearla, nos divertíamos a base de cachondearnos de ella. No, no éramos unas hijas de puta que le hacían bullying, ya que ella nos seguía el juego; eran gilipolleces de niñas pequeñas, siempre recíprocas, pero gilpolleces al fin y al cabo. Un día, la directora del colegio nos encerró a mí y a Estela en un aula e intentó acojonarnos diciéndonos que si prolongábamos nuestro "acoso" no tendría más remedio que echarnos del colegio. No lo hizo, no tenía motivos. Lo que pasa es que la antigua directora de mi colegio siempre ha sido muy retrasada mental; la típica flipada que se come el mundo y, en realidad, no era capaz ni de imponer orden entre sus alumnos.
Mónica debió darse cuenta de que aquella estrategia no le iba a funcionar y optó por cambiar de táctica; durante la excursión de fin de curso, en Cádiz, me la lió parda. Los profesores nos habían dejado campar a nuestras anchas y todos seguimos a los "guays" ( lo típico de cuando llevas vividas 16 primaveras, que tu personalidad brilla por su ausencia), la elite de mi excursión se pasaba las tardes en unos recreativos y allá fuimos. Mientras yo jugaba al billar, Mónica se puso a mi lado observándome con una de esas miradas que te asesinan; contra todos sus pronósticos, lo único que provocó en mí fue la risa. Se ve que se aburrió de hacer el ridículo y salió de allí, yo creí que se había ido de vuelta al hotel pero no; cuando me cansé del billar, se me da fatal y no había ningún chico por el que quedarme para intentar que me ayudase a mejorar mi puntería, me dirigí a unos banquitos que había fuera. Allí estaba ella, me gritó un "¿QUÉ? ¿QUË COÑO MIRAS?", yo le respondí "Que de queso" y me alejé (aquel pique que se había inventado ella sola me divertía, pero no lo suficiente como para quedarme). Estaba yo sentada en el banquito, con una chavala de mi clase, cuando veo que esta niña con la que estaba hablando pone cara de pánico y se baja del banco de un brinco. No me dio ni tiempo a pensar <<¿qué mierda haces?>> cuando vi un puño que iba directo hacia mi cara, y lo esquivé. Me enderecé, continuaba sentada, y vi que Mónica volvía a probar suerte con otro puñetazo. Volví a esquivarlo, se dio contra la pared y yo pensé <<eso ha tenido que dolerle... >>, atendiendo a que yo estaba de espaldas a ella y que no era capaz ni de rozarme, se debió de desperar un poco y se me echó encima. Ponte en situación; una personajaca que a mí ni me iba ni me venía intentaba pegarme y no era capaz ni de hacerme cosquillas, en su cabeza lo más coherente debió ser eso de tirárseme encima, no sé.
El caso es que yo no era quien de sacármela de delante; date cuenta de que continuaba sentada. Si eres mujer, sabrás que que te aplasten una teta como si fuera una de esas bolitas antiestrés es más o menos soportable, pero si te aplastan la teta empujando hacia dentro eso duele, duele mucho. Pues esa fue la táctica que utilicé para que esa mujer me dejase levantarme. Funcionó; me puse de pie y le di un puñetazo, puñetacito mejor dicho, porque yo nunca he sabido pegar. Desistió y se fue gritando que yo era una puta que le había arruinado la vida. En estado de shock, llamé a una de sus amigas y le pregunté qué le pasaba conmigo ella me dijo "Nekane, le hacéis la vida imposible. No sé para qué preguntas si todo el mundo lo sabe. Es normal que pierda los nervios". Yo estaba flipando; aquello era mentira y nadie me creía. Ante tal situación me pudo la impotencia y me puse a llorar delante de toda mi clase y la de mi hermana. De repente, pasé de estar rodeada de cotillas a que no hubiese absolutamente nadie; mi hermana se había enterado e iba a la puerta del hotel a partirle la cara a Mónica. Cuando llegué al hotel había montado un pifostio de la hostia: Mónica le lloraba a los profesores y mi hermana, Irene y Estela gritaban que era una zorra, una mentirosa y que ese fin de semana no, pero que algún día iba a recibir su merecido. Los profesores, que no eran tontos, me avisaron de que mantuviese a raya a mis amigas que ellos ya se encargarían de Mónica. El asunto terminó de la siguiente manera; regresamos de la excursión, unas niñas casi le pegan a Mónica para defenderme (casi porque Mónica se puso a suplicarles y les dio penita) y yo estuve amenazada durante una semana por una tipa que no sé ni quien es. Después se calmaron lo ánimos y, como lo conocía a la perfección, no le conté nada a Emilio. Yo no quería más gilipolleces.
Bueno, a lo que iba, estábamos Emilio y yo en actitud cariñosa cuando Mónica nos pilló in fraganti. Las consecuencias que yo sabía que aquello traerían no se hicieron esperar; esa noche Pocoyo me envió un sms diciéndome que se había enterado de todo, que no entendía el que yo le hubiese mentido pero que él me quería con locura y me apoyaría en cada decisión que yo tomase. Con todo el sentimiento de culpa del mundo, le pedí perdón. Creí que todo quedaría así, pero no. Pocoyo comenzó a soltar todo lo que pensaba y sentía en su ciber espacio personal; dijo cosas como  "¿no te das cuenta, verdad? Confié en ti, en tu palabra y tú me fallaste. Siempre terminas igual y esta vez no será diferente. Te va a hacer daño, otra vez, ambos lo sabemos. Te arrepentirás y me vas a echar de menos". Tuve que convencer a Emilio de que no le rompiese las piernas miles de veces (Emilio siempre ha sido uno de esos paletos agresivos), y cuando creí que las cosas no podrían ser más ilógicas me entero de que Emilio y Pocoyo estaban en contacto vía sms y se dedicaban tales perlas:

Pocoyo: no te preocupes por nada, tío, podemos ser colegas que yo entiendo bien la situación. Lo único es que ya sabes que me gusta tu novia porque es preciosa y si no la cuidas yo iré a por ella ;)

Emilio: venga, neno, sin fallo eh! Que no mola que estés chungo por una piva, no merece la pena, ya lo sabes. No te preocupes que no la voy a dejar escapar tan fácilmente ;)

LOLAZO, lo sé, esa está siendo tu cara. Los dos me querían muchísimo, estaban enamoradísimos de mí, una cosa loca. Pero resulta que era yo la zorra que los había puteado y, claro, por mí no merecía la pena pasarlo mal ¡Cuánta razón tenía mi madre cuando me decía que no me juntase con críos, que yo era muy joven!

18 jun 2011

Mentiras piadosas

Había vuelto a caer, Emilio lo había conseguido de nuevo. Daba igual lo que me hiciese porque yo seguiría a su lado, nunca he sido muy espabilada. Emilio y yo estábamos juntos otra vez, el problema era que yo todavía seguía liada con Pocoyo; tenía que dejarlo. Emilio me ayudó a planearlo todo; por la tarde yo hablaría con Pocoyo y terminaría con nuestra relación, después fingiría que me llamaba mi tío y Emilio me recogería en un parque cercano con la moto. Bien, llegamos juntos a donde estaba el resto de nuestros amigos, sonriendo como tontos, yo esquivaba a Pocoyo y sus besos mientras Emilio no dejaba de mirarnos con cara de cabreo. Nadie notaba nada, todo iba tal y como lo habíamos organizado; éramos unos perfectos actores. Perfecta era mi ceguera, estaba rodeada de gente que se olía lo que iba a pasar incluso antes de que apareciésemos en aquel lugar (es que era tontísima, qué lástima de muchacha. Menos mal que he cambiado).
 Tras varias cobras que no venían a cuento, le dije a Pocoyo que necesitaba hablar con él y me lo llevé aparte del resto; nos podían ver por completo desde donde estaban pero, al menos, sólo Pocoyo me escucharía mentir como una bellaca. Lo que más me dolió de aquella ruptura fue el asco que me di, todo lo que no dije, lo que conté a medias, lo que era capaz de hacer por Emilio. Pero, para poder situarnos en este punto de la historia, primero tengo que contarte la parte que no sabes sobre mi rollete con Pocoyo. Unos días después de empezar a estar liada con él salí con Amina, Mamen y Dafne. Esa noche Amina estuvo intentado arrimar cebolleta con un tal Luis, digo intentando porque Luis la rechazó diciéndole que tenía novia. Eso fue lo más interesante que pasó aquella noche. Al día siguiente, se celebraba una romería a la que asistimos todos lo años, nos emborrachamos muchísimo y yo me encontré con Luis. Nos liamos, nos liamos en toda la cara de Amina, hasta que una chica me tocó la espalda y me dijo "¿tú sabes que tiene novia, verdad?" y yo mentí "¿yo?¿pero qué dices, tienes novia?". Le di un bofetón y me fui. Amina y Dafne se pasaron un par de días bastante cabreadas lanzándome puñales por doquier. Por otro lado, no sólo había traicionado a mi amiga sino que, viendo la situación desde los ojos de Pocoyo, le había puesto los cuernos. Regresé a mi casa, como si nada hubiese pasado, y me dejé llevar; los mimos de Pocoyo era tan tiernos. Pocoyo siempre me ha parecido una persona muy entrañable, es como un niño; tienes que abrazarlo, transmite amor, sientes que debes protegerlo. Ante tal forma de ser, yo no podía dejar de querer tenerlo como compañía ni tampoco podía contarle lo que había hecho.
Emilio, que me conocía mejor que yo misma, supo que yo miraba aquel crío de un modo diferente y le dio el protocolario ataque de cuernos. El mismo día que apareció en casa de Rafa con las cervecitas, Irene me contó que la había cogido por banda y le había empezado a confesar que me echaba muchísimo de menos, que estaba totalmente arrepentido de lo que me había hecho, que  no entendía el motivo de haber terminado con nuestra relación porque él seguía enamorado de mí como el primer día e incluso más, pero que no haría nada por recuperarme ya que él sabía que yo era feliz junto a Pocoyo. Otra cosa no tendrá, pero el chaval era una canción de Álex Ubago andante. Irene también me dijo que Emilio le había pedido que no me contase nada, todo un clásico, por lo que ella me hizo prometer que no comentase nada del tema. Irene no tenía de que preocuparse ya que yo no quería hablar sobre eso con Emilio, sabía bien que podría convencerme para volver a estar con él. A pesar de sus palabras, aquella noche Emilio me llamó; intentó usar la táctica de recordarme los buenos y bonitos momentos que habíamos vivido juntos, cuando vio que no le daba resultado empezó a meterse con Pocoyo. Le colgué en el acto, no me interesaba perder el tiempo con chiquilladas.
Al día siguiente le conté lo que había sucedido a Pocoyo, al pobrecillo le sentó fatal; mi ex novio me estaba acechando y él se sentía en clara desventaja. El chico que tenía frente a mí me gustaba, yo le importaba y las palabras brotaron de mi boca:

-Pocoyo, no quiero que estés así por mi culpa, tú me importas. Acabo de terminar mi relación con Emilio y por eso no puedo comenzar una contigo ahora, aunque me gustaría. No te preocupes por lo que él pueda sentir por mí o intentar conmigo porque lo nuestro terminó, para siempre.

-Nekane, eres muy importante en mi vida. Llevamos poco tiempo juntos, pero siento algo por ti muy especial; nos conocemos al completo, has encontrado cosas de mi persona que yo no sabía ni que existían. No quiero perderte, dime las cosas claras.

-No te preocupes por Emilio, de verdad, te hablo completamente en serio. Te estoy siendo sincera. Quiero estar contigo, si esto termina no tendrá nada que ver con Emilio, te lo prometo.

¡Bravo! ¡Bien por mí! Acababa de cavar mi propia tumba. La coña del asunto es que yo no estaba mintiendo, realmente sentía todo aquello por él y no pretendía nada con Emilio. Pero yo siempre he sido muy fácil de convencer y Emilio volvió al ataque por segunda vez aquella semana; me llamó por la noche y esta vez su táctica funcionó. Tenía a mi prima y a Dafne de su parte, los tres me decía que no era real lo que yo sentía por Pocoyo y consiguieron que, por una vez, yo escuchase esa ínfima parte de mí misma que me gritaba a veces que lo que Pocoyo despertaba en mí no era nada nuevo. Estaba proyectando mi amor hacia Emilio en Pocoyo; tenía que dejar a Pocoyo, independientemente de que yo regresase al lado de Emilio o no. Como ya sabes, Emilio y yo estuvimos hablando toda la noche y yo decidí retomar mi relación con él. Vale, ya he llegado a la parte en la que te deje hace unos párrafos; me llevé a Pocoyo a solas y, con todo el mundo mirándonos, le dije que había estado hablando toda la noche con Emilio y que necesitaba un tiempo sola, sin chicos. Estaba confundida, no sabía lo que quería y, por eso, era mejor disfrutar de mi soltería.
Pocoyo me miró con los ojos más tristes que me han hablado nunca y me contestó que vale, que él haría todo lo que yo necesitase. Se dio la vuelta y se fue llorando. Todo el mundo pensaba de mí que era la mayor zorra que habían conocido, se veía en sus ojos. No quería seguir allí, me sentía fatal; hice que me llamaba mi tío y me fui con Emilio.Emilio me vio tan mal que me dijo "Nekane, te quiero pero si prefieres irte con él yo no te voy a detener. Vuelve con Pocoyo, si es lo que quieres". Le dije que no, que yo me quedaría con él. Así fue, me quedé con Emilio, escogí la opción equivocada; la Nekane que está escribiendo ahora mismo este post te asegura que lo que viví con Pocoyo fue real, muy real.

17 jun 2011

No quedan días de verano, Heartbreaker

Era joven, ya tenía quince años, mi novio me acaba de dejar y esa misma noche me había liado con un chico encantador. Dentro de lo malo, me iba bastante bien por lo que decidí disfrutar de mi verano como si no fuese a vivir otro. Para empezar, necesitaba desconectar de mi casa, de la gente de siempre, de la monotonía y me fui con mi hermana a las fiestas del pueblo de las familias de Amina y Mamen. Me pasé unos cuatro días desconectada del resto del mundo (mi móvil no tenía batería y a mí me faltaban las ganas de prestarle atención) y bebiendo. Una de esas noches de alcohol y orquesta, conocí a Búmeran. Amina, Mamen, Dafne y yo nos "colamos" en el domicilio de un chico del pueblo que daba una fiestecilla. Para ser sincera, parecíamos imbéciles; estábamos a un lado, sin relacionarnos con nadie del lugar. Sólo sabíamos quién era un primo de Amina y Mamen, pero él estaba ocupado hablando y bebiendo con sus amigos. A medida que el alcohol fue haciendo efecto en nuestros cuerpos, la fiesta se fue vaciando hasta que ya sólo quedábamos nosotras y el primo de Amina y Mamen con sus amigos. Entre esos amigos estaban el dueño de la casa, al que siempre le ha gustado mi hermana, y Búmeran. Nos lanzamos un par de miradas, otras tantas sonrisas y nos presentaron. Cuando quise darme cuenta yo ya estaba palpando toda su hombría y casi acabamos revolcándonos por la finca de aquella casa. Harta ya de tantas babas que no fuesen mías, quise irme para casa. Me dirigía yo sola hacia la puerta cuando El Arrollador, un amigo de toda la vida al que  no se le resiste nada ni nadie, me dijo que él me acompañaría. No sé en qué momento del trayecto sucedió aquello, sólo sé que llegamos a casa besándonos y sin la mitad de la ropa. No conseguimos hacer nada, un amigo que teníamos en común nos cortó el rollo, pero eso no impidió que aquella noche yo me fuese a la cama calentita...Al día siguiente, mejor dicho, a la noche siguiente, me encontré con Búmeran. Sus amigos vinieron a saludarme y a decirme que el chaval se había quedado con ganas de más, yo, como la buena persona que soy, quise ayudarlo a solucionar su problemilla. Estábamos liándonos cuando escuché una voz muy familiar que gritaba "NEKANEEEEEEEEEE ¡Qué es tu primo! ¡Nekane!". Me giré y vi a Antonia (el que nos dejaba el piso en las fiestas donde conocimos a Los 4 Fantásticos), no paraba de pregonar que aquel hombre pegado a mis labios era mi primo, lejano, pero mi primo. A mí me dio bastante igual, quería darme una alegría no casarme con él. La orquesta finalizó su actuación y Antonia nos invitó a todos, Búmeran incluido, a una fiesta chill out en su casa. Allí estábamos, mamadísimos y con ganas de más. Búmeran no paraba de meterme mano, pero yo lo rechazaba. Antonia empezó a decirme que no fuese tonta, que me aprovechase del chaval, que era la mejor caza que me había visto nunca. Después de estas palabras, arrojó una caja de condones encima de la mesa y me dijo "toma. Por desgracia, hoy no los necesito, úsalos tú. Súbelo a la habitación". Yo no seguí los consejos de Antonia, echaba de menos a Emilio. Me levanté y me fui al baño. Al salir del servicio, me tropecé con El Arrollador, este no me dio tiempo a reaccionar; me plantó el pedazo de muerdo y me dijo "cuando acabes con ese ven arriba, te espero". <<El mundo está loquísimo y me tocan a mí todos los enfermos>> esto es algo que me he repetido día tras día desde aquel momento. Búmeran se hartó de tantos rechazos y El Arrollador se durmió esperando, al dia siguiente me fui a mi casa.
Ya en casa, encendí el móvil y comenzó el bombardeo: tenía al menos diez llamadas perdidas y un par de sms del hermano de Rafa. Lo llamé, por si había pasado algo, y me contó que Pocoyo no paraba de hablar de mí y que si quería volver a liarme con el chaval. Recordé lo bien que me había tratado y lo a gusto que me había sentido junto a él y le dije al hermano de Rafa que de acuerdo. A partir de esa llamada yo estuve quedando con Pocoyo durante una semana, más o menos. Pese a su corta edad y a su inocencia, junto a Pocoyo pasé la semana más intensa de mi vida al lado de un hombre: nos pasábamos las horas juntos, hablando y besándonos. Lo sabíamos todo el uno acerca del otro. Emilio no tardó en aparecer, y es que ¿Cómo iba a permitir que Nekane rehiciese su vida sin él? Mientras Pocoyo y yo ejercíamos de pareja empalagosa tumbados en el sofá de casa de Rafa, apareció Emilio. Emilio traía consigo unas cuantas cervezas: había decidido emborracharse y llevar a cabo la perfecta interpretación de una mosca cojonera durante el tiempo que Pocoyo siguiese besándome en el sofá. A falta de insecticida o matamoscas, Pocoyo y yo creímos que estaríamos más cómodos trasladando nuestra nube de carantoñas particular a un parque cercano. Ese chico me hacía sentir querida. Todo iba como la seda hasta que una noche, camino de casa, me soltó un "te quiero"  y yo, que se me da fatal improvisar, le contesté "yo también te quiero" (¿alguien que me pegue un tiro, por favor? Gracias). Ahora puedes estar pensando que bueno, no es tan grave haberle mentido al críajo y es verdad, tienes razón, pero no sólo le mentí en eso y aquello no fue lo peor que yo le hice a Pocoyo.
Emilio había empezado a atacar, me llamó y estuvimos hablando toda la noche (¡Uoooh, Emilio haciendo algo de gasto por mí! Pues no, tenía llamadas gratis), me recordó los motivos por los cuales yo me había enamorado tantísimo de él y me convenció para volver a su lado.
Estaba deseando volver  a besarlo, a abrazarlo y quedamos por la mañana temprano ya que por la tarde yo estaría ocupada dejando a Pocoyo. Emilio no llegó. Nuestra primera cita después de no sé cuánto tiempo separados y Emilio se quedó dormido. Sigo sin entender cómo no lo dejé en el acto ¿cómo pude fiarme de un ser que por la noche me prometía la enternidad, prometía que me amaba como nunca nadie lo había hecho  y por la mañana no era capaz ni de pegarse un madrugón por verme? En su día, aquel comportamiento me sentó mal pero, para la Nekane de 15 años, tenía justificación; al fin y al cabo, habíamos estado hablando hasta ver el amanecer y el pobrecillo Emilio estaría cansadísimo ¡Dejemos hibernar al oso!

15 jun 2011

Feliz, feliz no-cumpleaños

Había llegado a un punto en el que ya había experimentado todo tipo de sensaciones junto a Emilio: el primer beso, los primeros cuernos, mi despertar sexual, la primera llorera por un tío etc. A pesar de todas las cosas malas, yo estaba enamorada hasta las trancas; él y sólo él era el amor de mi vida. Entre todas estas emociones se encontraban también las más hirientes humillaciones; me había dejado de las maneras más bochornosas posibles. Ser consciente de este hecho me reconfortaba ya que, teniendo en cuenta el concepto de persona coherente y madura que por aquel entonces yo tenía, si volvía a terminar con nuestra relación se le habrían acabado las ideas vejatorias y optaría por plantarme cara ¡Qué ilusa! Un consejo, nunca (pero nunca, nunca nunca) subestimes la insolencia de un hombre.
Llevábamos como un año juntos cuando a Emilio le dio por desaparecer de mi vida; cogió la moto y se fue al pueblo de su primo. De vez en cuando hasta hacía el esfuerzo de llamar a mi casa para hablar con mi hermana. Hay que reconocerle el esfuerzo al chaval, ser tan sinvergüenza debe de tener su dificultad... Tras una semana de constantes lloros nocturnos y de que Dafne me acogiese en su habitación (yo no me sentía capaz de dormir en mi cama, esa cama en la que Emilio me había regalado tantos orgasmos y abrazos post-coitales) me armé de valor y le mandé un sms a Emilio en el que le decía algo así como que desistiera en su intento por esconderse de mí, que yo ya estaba harta de su cobardía y que si no quería estar conmigo me lo dijese claro. Emilio me contestó:

"Tienes razón, Nekane. Lo siento, pero yo ya no estoy enamorado de ti. Ya no te quiero, pero, por favor, dejemos el tema. No te quiero ahogar la fiesta".

¿No te quiero ahogar la fiesta? En ese momento miré el reloj y vi que era la una de la mañana del día de mi cumpleaños. Mientras él disfrutaba del concierto de uno de sus cantates preferidos yo me deshacía en cabreo y lágrimas la madrugada de mi cumpleaños. La mañana llegó y mis amigas se desvivieron por sacarme de casa para arrastrarme hasta las fiestas de un pueblo cercano donde nos quedaríamos a dormir. Al fin y al cabo, yo estaba de cumpleaños y tenía que disfrutarlo. Esa misma tarde fuimos para allí. Tras un par de horas sin hacer nada, nos dimos cuenta de que no teníamos bebida para por la noche y le pedimos a una chica que nos acercase en su coche al supermercado más cercano ¡Al fin! Ya teníamos cómo ahogar las penas y nos dirigíamos de vuelta al chiriguinto que habiamos montado cuando ¡Zasca! Chocamos con un coche en una rotonda. No fue nada serio y, a eso de las 8 de la tarde del cumpleaños más maravilloso que he pasado jamás, ya estabamos de vuelta con el resto de la pandilla. Temiendo que las cosas fuesen a peor, decidí empezar a beber prontito para perder rápido el sentido. Mi estrategia había funcionado; yo bailaba y bailaba, me daba igual lo que pasase a mi alrededor. Es más, hasta cuando me dedicaron una canción y se fue la luz yo seguí bailando sin música.
Debido a mi borrachera, creí que estaría bastante bien salir a tomar el aire. Una vez fuera, vi a un montón de chicas abrazando a alguien mentras le decían "no llores tranquilo, todo está bien. No llores más, porfa". Mi vena de maruja, con pinza fosforita de plasticote en la cabeza, cotilla salió a relucir y, como cabe esperar, me acerqué para ver qué sucedía. Debajo de no sé cuantas mujeres estaba Pocoyo, el dueño de la sonrisa más bonita y seductora que nunca nadie le ha dedicado a este ente (entiéndase "ente" por Nekane). Me uní a todas esas damiselas en celo y le dediqué toda mi atención a aquel crío llorica. Cuando me quise dar cuenta el resto de las chicas ya se habían ido y yo quedaba colgada del cuello de Pocoyo; en cuanto mi alcoholizado cuerpo y yo le dijimos que tenía la sonrisa más bonita que había visto nunca, noté que ese chico se acercaba demasiado a mi boca y opté por decirle "espera, quédate aquí un momento". Como pude, llegué hasta donde estaban Dafne, Irene y Marian para pedirles consejo. Ponte en mi lugar: Emilio, del que estaba enamoradísima, me había dejado ese mismo día y Pocoyo, un chico monísimo, quería algo conmigo ¿Qué hacer? Irene, que fue la única que logró vocalizar, me dijo que adelante, que disfrutase, total, un día es un día.
Volví junto a aquel chico que todavía me esperaba en el mismo lugar y nos liamos.
Consideré que ya había tomado suficiente aire, copas y babas cuando opté por volver al interior del local. Una vez dentro, la prima de Rafa, el novio de Irene, me preguntó que qué tal estaba por lo de la ruptura con Emilio. Me contó que ella había hablado con él esa mañana y que Emilio le había pedido por favor que me vigilase para que yo no estuviese triste, que encontrase algún modo de hacerme disfrutar. Con una cara a medio camino entre sorpresa y fuck yeah le contesté que muchas gracias, pero yo no necesitaba babysiter.
Repasando los acontecimientos de la noche regresé con mi incocente Pocoyo, sin saber que acababa de activarse mi imán para vírgenes.

14 jun 2011

Lo bueno, si breve ¿dos veces bueno?

Mi relación con Emilio iba viento en popa a toda vela. Llevábamos bastante tiempo juntos, yo tenía catorce años, camino de los quince, y el deseo sexual cada vez era mayor. Mis amigas y yo hablábamos a menudo del tema; todas estábamos emparejadas y salidas, habíamos perdido la poca vergüenza que nos quedaba y necesitábamos corromper el último resquicio de inocencia que albergábamos en nuestros respectivos cuerpos. Había llegado el momento.
Yo, que siempre he sido muy precoz, fui la pionera; Emilio y yo nos lo habíamos planteado, pero nunca verbalmente, era un tema tabú en nuestro noviazgo. Decidí que ya era hora de hacerle caso a mi entrepierna y creí que el mejor método para hablar de aquello con mi novio sería mediante una carta. Dicha carta, que era una conversación entre Estela y yo, decía algo así como que yo ya tenía ganas de dejarme de tonterías, que no lo planificaría pero que si algún día surgía no le diría que no. Emilio no me dijo nada, reaccionó de un modo demasiado raro y yo me temía que fuese a volver a dejarme por parva y virgen. Nada de eso, aquella misma noche Emilio me llamó para pedirme perdón por su comportamiento tras la lectura de la carta y me dijo que vale, que estaba preparado para dar un siguiente paso en nuestra relación pero que había reaccionado así porque le daba miedo; sus palabras fueron "yo ya no soy virgen (historia que recordarás, querido lector), pero contigo es diferente que con la fea esa. Contigo voy a hacer el amor". El amor que yo sentía por mi hombre, que no era poco, se multiplicó por un millón tras aquellas sentimentales palabras (a día de hoy sigo pensando que, dentro de lo patético de la situación, fueron unas palabras bastante tiernas) ¿Sabes lo que es la vaginitis? Consiste en la contracción involuntaria de los músculos de la vagina impidiendo, así, que entre el pene. Bien, mi yo del pasado no conocía el término "vaginitis" pero sabía muy bien lo que era. Tras, aproximadamente, un mes de continuos intentos, un par de cunnilingus y unas cuantas cajas de condones malgastadas lo logramos; fumata blanca ¡Habemus penetración! Una vez dentro, aquello fue un no parar: yo había encontrado algo que, no sólo me proporcionaba intensos y placenteros orgasmos, sino que era una modo de hacer ejercicio ¡Dos por el precio de uno!
La siguiente en mi lista de amigas que por fin se han desfogado era Irene. En esta parte de la historia, mi pobre Irene pasará a llamarse Diana; con lo que te voy a contar no hará falta que te dé una explicación. Diana estaba loquita por un chico que se llamaba Rafa; pintaba corazones con su nombre y suspiraba cada vez que lo veía. Diana, que, según ella, no es partidaría de las relaciones empalagosas ni de tener novio, consisguió que aquel chico por el que se desvivía le hiciese caso. No recuerdo bien cuanto tiempo llevarían juntos, cuando tomaron la decisión de que era el momento de perder la virginidad el uno con el otro ya que estarían unidos durante toda la eternidad y algún día tocaba empezar. Lo que ellos no sabían era que una eternidad es lo que pasarían practicando la puntería de Rafa; podría hacer un símil bastante acertado entre esas palomas estúpidas que se chocan una y otra vez contra las ventanas y la habilidad del pene de Rafa. Ante esta situación, Rafa le pidió consejo a Emilio y este le dijo que le pidiese ayuda a Diana para lograr su objetivo. La recomendación surtió efecto: Diana ya tenía el camino trazado, ahora sólo le quedaba encontrar un hombre que supiese guiarla.
El caso de Amina fue mucho más sencillo; ella estaba liada con un tío del que no recuerdo ni su nombe y se lo tiró. A la mañana siguiente,llegó un sms a mi móvil:

"Soy Amina, ya me lo he tirado. Y no sólo una, sino dos veces ¡Soy una viciosilla!"

¡Y tanto que era una viciosilla! Una semana después, estaba acostándose con un amigo de su lío (un polvo desastroso, por cierto) y otras dos más tarde se tiraba a un desconocido en el baño de un pub. A día de hoy, la rememora como una de las folladas más morbosas de toda su vida.
Por otro lado, nos encontramos con  Marian que, como la de Robin Hood, es una zorra. Marian se desprecintó con el hermano de Rafa. Es la primera vez más horrorosamente desastrosa que me han contado jamás. Al parecer, encajó bien pero aquello fue como si espachurrases con un martillo un tomate podrido: lo salpicó todo. Mientras el novio de Marian empujaba diciendo "¡Vamos, vamos, vamos!", ella empapaba la camiseta, el suelo y el sofá. Sofá en el que, unas horas más tarde, nos sentaríamos el resto de la pandilla.
Por último, tenemos el curioso caso de "Dafne sin miedo". Mi hermana cuenta que ella no se enfrentó a ningún tipo de dificultad a la hora de perder el virgo. Explica que todo fue a la perfección y que hasta disfrututó. Cada vez que me cuenta esta historia pienso que me está narrando un leyenda urbana.

9 jun 2011

Alien Vs. Predator

Debido a mi pubertad y a lo que él provocaba en mi cuerpo de efervescentes hormonas lo llamaré Leonardo Dicaprio, Leo, para ahorrar tiempo. La Antorcha Humana nos lo presentó una por una y Leo decidió que la que le gustaba era Amina. Con mi moral por los suelos, decidí regresar a casa en compañía de mi hermana y dejar que Amina y Mamen disfrutasen de la noche con ellos dos. Al rededor de las seis de la madrugada, Amina y Mamen llegaron a casa, como Dafne y yo estábamos ocupando toda la cama, decidieron dormir en el suelo y con las prendas de ropa más horribles que encontraron en la habitación. Llegados a este punto, debo aclarar que el piso en el que nos quedábamos durante las fiestas era una peluquería propiedad de un amigo de mi padres; Antonia, el gay definitivo. Nunca en la vida me he reído tanto con alguien, lo adoro. Antonia es simplemente genial. Bien, a lo que iba, estábamos durmiendo cuando, a eso de las ocho de la mañana, Antonia nos despertó diciendo que había dos chicos gritando el nombre de Amina en la puerta, que fuésemos a abrir. Me levanté yo, ya que era la única que estaba más o menos presentable, abrí la puerta y vi que eran La Antorcha Humana y Leo; habían descubierto donde nos alojábamos y pretendían hacer de nuestro piso un after. Tras algunos forcejeos en la puerta para no dejarlos pasar, lograron colarse en la habitación. En ese momento, Amina digievolucionó en Flash, nunca he visto a nadie pasar del suelo a la cama tan rápido, y se hizo la dormida. Mientras Leo meneaba a Amina en un intento por despertarla, La Antorcha Humana decidió recordarme lo guapa que era y lo buena que estaba tocándome una teta; creo que mis dedos todavía sigue marcados en su cara. Tanto Leo como La Antorcha Humana desistieron de sus respectivos intentos y se fijaron un nuevo objetivo; La Antorcha Humana optó por charlar un rato con Mamen y Amina, Leo se dirigió a mí y a mis tetas. No tardé demasiado en darme cuenta de porqué aquel adonis era amigo de un personaje tan singular como La Antorcha Humana: ambos usaban las mismas técnicas de seducción, ambos me tocaron una teta y ambos recibieron un bofetón. A pesar de pertenecer al sector femenino y de que era demasiado joven, mi cuerpo segregaba tanta testosterona como la de un chaval de 17 años; me podía más lo que ese hombre pretendía hacer conmigo que el cómo intentaba conseguirlo. Me puse a hablar con él y terminé dándole mi número, me guardó en la agenda como "Nekane Guapísima" y, de vez en cuando, nos mandábamos mensajes tirándonos los trastos.
El tiempo pasaba y yo no tenía noticias de Leo, entre eso y mi vuelta a los brazos de Emilio, acabé abandonando mi proyecto de lío para centrarme en la relación que mantenía con Emilio. Todo transcurría con normalidad hasta que a Emilio se le volvieron a agotar las pilas y terminó dejándome una vez más. Todavía no había logrado reponerme de mi ruptura cuando a mi móvil llegó un sms de Leo contándome que tenía ganas de verme y que podíamos quedar en unas famosas fiestas de un pueblo cercano al suyo. Me pasé días pensando en qué ponerme y planificando mi noche perfecta junto aquel mito sexual tan deseado para nada; quedamos y, en cuanto me vio, hizo que me descalzase para saltar la valla de un instituto. Me llevó a la parte más oscura del recinto y casi me deja en bolas en menos de dos minutos; tras lograr frenar la efusividad de Leo insinuando que yo aún era casta y pura, estuvimos intercambiando impresiones y saliva durante al menos una hora. Después, cada uno se fue por su camino prometiéndonos mantener el contacto. Leo cumplió su parte del trato, me mandó varios sms pero yo volví con Emilio y dejé de contestarle: era mujer de un sólo hombre.
En el caso de una persona normal con una vida normal y un novio normal, la historia con Leo tendría punto final aquí mismo, pero yo no soy nada corriente. Un año después de aquello, cuando yo ya sabía más que de sobra lo que era un orgasmo,  las cosas con Emilio se pusieron feas; la nuestra era una relación totalmente formal y con futuro, podría decirse que eramos casi un matrimonio ¿y cuál es el problema de todo matrimonio? Sí, has acertado, la falta de sexo. Dos meses ¡DOS PUTOS MESES! me pasé temiendo que el día menos pensado mi muñeca se dislocase, terminé creyendo que Emilio ya no me deseaba y recordé que tenía a tan sólo un sms de distancia a un hombre que me subiría un par de puntos el ego. Leo no defraudó, mantuvimos un inocente coqueteo vía sms hasta que Emilio recuperó el deseo sexual. Creí haber borrado todos los sms, pero con lo que yo no contaba era con que Emilio leería un sms de Leo, el cual se me había olvidado eliminar y que, una semana más tarde, se lo encontraría de borrachera. Yo no estaba delante, así que relataré la historia tal y como me la contaron a mí: Emilio estaba con una amiga suya y con Dafne en un pub. Entonces Leo vio a Dafne y se le acercó para saludarla y preguntarle por mí. Emilio lo escuchó y se dio cuenta de quien era aquel tío, fue a junto de Leo y mantuvieron esta conversación:
-¿Tú conoces a Nekane, verdad?
-¿La hermana de Dafne? Sí ¡Está muy buena!
-Mira, chaval, Nekane es mi parienta y como no dejes de mandarle mensajitos te voy a romper la cara, payaso.
-Ey, ey, relájate. No sé qué hace con un bicho como tú.
De repente, se repartieron hostias por todos lados y, por lo que sé, se las llevo todas mi pobre Emilio. "El amor de mi vida" acaba de pelearse por mí y yo no tuve, ni quise tener, el valor de contarle toda la verdad, al fin y al cabo ¿Qué tiene de malo una mentirijilla de vez en cuando?
.

8 jun 2011

Cuestión de timos

Como la gran mujer que soy, siempre dejo con ganas de más pero jamás a medias y, por supuesto, mi blog no iba a ser menos. Ayer, descubriste, entre otras cosas, que hay quien tiene como fantasía revolcarse por un campeiro y que yo había sido adúltera; me temo que hoy me toca aclarar un par de conceptos. Por petición popular, empezaré con Amina y La Chica Invisible; no hubo revolcón para esta feliz y apasionada parejita, no les dio ni tiempo. Amina pasó un agradable mes de sequía con ese tío: quedaron dos veces a solas durante las cuales él no metía ni dejaba meter mano por ninguna parte. Mi amiga era una mujer necesitada y, a las cuatro semanas de noviazgo, encontró a quien le alegrase la vista y algo más. No se lo pensó, se dejó seducir por Loctite Superglue y vivieron un intenso romance de fin de semana. Como muy acertadamente habréis imaginado,  eran dos lapas, no se despegaban ni con agua caliente, es más, Amina no se dignó a separarse de Loctite Superglue ni para cortar con La Chica Invisible: tuvo que ser Mamen la que cogiese el teléfono, bajo los efectos del alcohol, para llamarlo y dejarlo. Le dijo que Amina le estaba poniendo los cuernos porque él no le hacía caso. La chica Invisible se limitó a soltar un "suerte" y colgar. Desde esa llamada hasta la conversación de personas adultas que lograron mantener acerca de aquella "relación" han pasado 5 años, y es que no hace mucho más de un par de semanas de que Amina me contó que habían estado hablando sobre ello; Amina le pidió disculpas y él se las aceptó medio mosqueado todavía por el temita.
No sólo Amina protagonizó una historia de "amor" con alguno de Los 4 Fantásticos, no. La Antorcha Humana estaba locamente enamorado de mi hermana, siempre la tenía en la boca (pero no de la manera que a él le hubiese gustado), Dafne se le resistía y él ya no sabía qué hacer para conquistarla. Una noche, hasta le bailó, metido entre dos barras, una seductora coreografía al ritmo del exitazo veraniego "Devuélveme la vida". Lo único que consiguió fue que todo el pub creyese que pretendía violar dichas barras.
Lo de La Antorcha Humana había sido un fail en toda regla, casi tanto como lo mío con Mr. Fantástico; me fijé en él en cuanto lo vi, la verdad. Yo sé que a él también le pasó lo mismo conmigo. Mr. Fantástico era un chico alto, rubio y de ojos azules que con un par de bromas mal gastadas ya me tenía cogida de la mano. Recuerdo que Los 4 Fantásticos nos acompañaron al lugar de la orquesta, también recuerdo bien que Mr. Fantástico me paró en el medio del camino y yo le hice la cobra de su vida, así como la bizca a mi guapo amigo Brais (Brais, quien por cierto está de cumpleaños, es un niño hormonado del que me tocará hablar dentro de muuuuuucho tiempo) la cobra de su vida y continuamos caminando. Tras algún otro intento de besarme, y tres o cuatro piquitos, Mr. Fantástico decidió emplear su superelasticidad y empezó a liarse con mi oído. Sí, podríamos decir que me saboreó hasta las ideas y sí, es la sensación más asquerosa que este cuerpo ha experimentado jamás ¿Qué por qué me dejé?No lo sé. Tenía unos catorce años recién cumplidos y no sabía decir "no" (decir "no" a los hombres es algo que siempre me ha costado demasiado y me ha metido en muchos jardines, poco a poco lo irás comprobando). Si recapitulas un pelín, caerás en la cuenta de que relacioné una de las veces en las que Emilio y yo habíamos retomado nuestra relación con Mr. Fantástico: bien, el caso fue que, poco después de haberme dejado, Emilio se enteró de que yo había cometido aquella pequeña infidelidad y llegó a donde vivíamos con el cuello lleno de chupones pregonando que le daba igual lo que yo hubiese hecho ya que él iba por el mundo adelante rompiendo corazones (años después me confesó que se los habían hecho mientras dormía y que no se había enterado de quien había sido ¡Un pichabrava este hombre!). A modo de venganza, opté por inventarme que yo estaba saliendo con Mr. Fantástico, a Emilio le dio un ataque de cuernos y me pidió que volviese con él.
Tardamos un año en volver a ver a Los 4 Fantásticos después de la ruptura de La Chica Invisible y Amina. El reencuentro no fue completo: estaban todos menos La Antorcha Humana. En vista de esta baja en el grupo, mi hermana suspiró aliviada. No había terminado de expulsar el aire cuando Mr. fantástico la empotró contra un coche y le entró a lo muy bestia. Dafne lo apartó, le dijo que de qué iba y él se limitó a responderle "¿Has venido con tu hermana? ¿Dónde está?" mientras se iba a buscarme. No me encontró. La última vez que supe algo de Mr. Fantástico fue durante este mismo fin de año: mientras yo estaba a punto de follarme a Búmeran (grandes polvos he echado con este hombre; siempre que me lo quiero tirar vuelve a mí. Te contaré esta historia más adelante) mis amigas, Mamen y Amina, lo vieron junto con La Chica Invisible y me aseguraron que Mr. Fantástico no dejaba de mirar cómo Búmeran me sobaba. Lo siento, amigo, pero ¡no está hecha la miel para la boca del asno!
Esas fiestas no habían sido precisamente un remanso de paz para mi hermana Dafne. No quería entrar en los pubs porque se le empañaban las gafas y, una vez dentro, Mamen le iba dando indicaciones de qué chico estaba bueno o era potable, ya que ella se había quitado las gafas y no veía. Se le acercó un chaval y le preguntó que qué le parecía su amigo, teniendo en cuenta que mi hermana veía nada y menos y que Mamen estaba ocupada con otros... asuntos, Dafne optó por contestar que no le gustaba. "¿Tú qué te crees, muy guapa? ¡Pues tampoco eres para tanto!" fueron las agradables palabras con las que este ser de inteligencia superior al resto de los mortales se despidió de mi hermana. Esa noche habían sucedido demasiadas cosas, así que decidimos salir a tomar el aire y cotillear un poco; la cara de mi hermana fue un poema cuando escuchamos a un tío gritando ¡A lo loco!¡A lo loco! Allí estaba, el cuarto Fantástico. La Antorcha Humana se acercaba a nosotras y no venía solo: yo estaba a punto de conocer a mi nuevo mito sexual.

7 jun 2011

¡A lo loco!

Si la memoria no te falla, recordarás que ayer nombré a un tal Mr. Fantástico y recalqué que este ente (por llamarlo de alguna manera) había protagonizado algunas anécdotas de mi vida bastante... curiosas. Con él le "puse los cuernos" a Emilio (¡hala, lo que he dicho!). Pues sí, pero para llegar hasta este punto de mi vida, antes, debo presentarte a los otros dos grandes amores de mi vida: Mamen y Amina. A estas dos señoritas las conocí cuando yo rondaba los 10 años, ellas me enseñaron todo lo que sé en lo que a la caza de hombres se refiere; seguimos un único y efectivo dogma, el mamismo. Como su propio nombre indica, el mamismo surge de Mamen y su comportamiento para con el sector masculino; se podría decir que a Mamen la bromita de "no hables con la boca llena" le va que ni pintada. Detrás de esa primera impresión de mujeres de honra distraída había y hay dos grandes personas. Y es que ¿a quién no le han advertido de que las apariencias engañan? No todo en la vida se consigue hincando las rodillas y nosotras lo sabíamos.
Mamen procura esconderse tras una fachada de alegría y buen humor, siempre he creído que es como una niña pequeña jugando a ser mayor. Con esto no quiero decir que su comportamiento sea infantil, sino que transmite esa ternura tan característica en los chiquitines. Mamen es amor, quieres abrazarla y quedarte con ella; el mundo es un lugar mejor si ella está presente.
Por el otro lado, tenemos a Amina. Haría alguna rima graciosa o cualquier cosa de esas pero la verdad es que el nombre no da para mucho. Amina significa confianza y, desde luego, es la persona de la que más me fío. Parece extremadamente tímida y cuando quedamos, de pascuas en ramos, nos da la risa tonta sólo con mirarnos a la cara;  tras un par de cañas todo se ve mucho más claro. Nunca nos cansamos de repetir lo grandes que hemos sido y lo bien que nos lo hemos pasado juntas, nos partimos el pecho recordando viejas historietas y acabamos tiradísimas liándolas pardas allá por donde vamos.
Fue durante una de esas aventuras junto a Mamen, Amina y Dafne cuando conocimos a Mr. Fantástico y al resto de Los 4 Fantásticos. Estábamos celebrando las fiestas patronales de un pueblo, que siempre recuerdo con una sonrisa. Borrachísimas, nos dirigíamos al lugar de la orquesta cuando un par de chicos se nos presentaron; dos caballeros para 4 damas, eran majetes pero se nos quedaban cortos. Mamen les dijo que nos quedaríamos con ellos sólo si en el momento en el que volviésemos a pasar por delante fuesen 4. Dicho y hecho; de repente, teníamos ante nosotras a Los 4 Fantásticos:
Mr. Fantástico, más largo que un día sin pan. Lástima que nunca llegase a comprobar si todas las partes de su cuerpo eran igual de elásticas...
La cosa, hermano de Mr. Fantástico. Esa noche, Amina se lió con él. La mañana llegó, cubriéndolo todo de luz y Amina juró no volver a beber mientras se escondía para que La Cosa no la viera.
La Chica Invisible, el más tímido de la pandilla. Mantuvo una "relación" de poco más de un mes con Amina. Me gustaría destacar las comillas de  "relación" porque las palabras más bonitas y sexuales que le dedicó La Chica Invisible a mi amiga durante ese mes fueron este sms:
"Amina, dame veneno que muero por ti. Quiero revolcarme contigo por un campeiro".
Increíble, pero cierto.
Por último, y no por ello menos inquietante, tenemos a La antorcha Humana. Este personaje de la vida era todo un latin lover; se dedicaba a perseguir a mi hermana, al ritmo de "Dafne no está, Dafne se fue", por cada rincón para darle todo su calor.
Habían cumplido su parte del trato y, como buenas y obedientes chicas, nos quedamos con ellos ¡La que se nos venía encima... !

6 jun 2011

SMS: Soy Más Sincero

Hoy, domingo de resaca, estoy que lo tiro. Me siento generosa y te voy a enseñar dos maneras distintas de quedar como todo un señor (o como toda una señora) con tu pareja en una ruptura. Para poder entrar en materia te pongo en situación retomando mi anterior, y primera, ruptura con Emilio. Habrían pasado poco más de un par de semanas cuando Emilio consiguió que volviese con él, no recuerdo cómo lo hizo, sólo sé que él se celaba de Mr. Fantástico (este chico, componente de Los 4 Fantásticos, supone un par de anécdotas muy divertidas en mi vida. Te las contaré dentro de poco) y que nos escondíamos del mundo para estar juntos, ya que yo había jurado que no volvería con él e Irene me mataría.Poco tiempo después, decidimos dejar de ocultar nuestra relación, se lo confesamos a todo nuestro entorno y las cosas fueron mucho mejor desde entonces.
Mi relación era prácticamente perfecta, las notas habían sido verdaderamente  buenas y mi familia todavía era normal, la vida me sonreía ¿Qué más podía pedir? Pues un poquito de realidad no estaría de más, guapa. Durante una visita a la casa de una de mis maravillosas amigas, Mónica (con la que me pegaría en años posteriores), me llegó un sms que me traía una enorme sorpresa:

"Hola cari, estuve pensando que ahora que empieza el verano casi no nos vamos a ver. Creo que es mejor dejarlo y que volvamos en septiembre.Bss TKM".

Me cabreé muchísimo, como nunca  lo había hecho antes ¡¡¿¿Quién se creía que era, el mierdas ese??!! Cogí el móvil y le envié el siguiente sms:

"¿Pero tú qué te piensas que soy? ¡¡¡A mí tú no me vas a putear!!! No vamos a volver en septiembre, ni nunca".

El 30 de septiembre de 2005 acabamos liándonos en la cama de La Yanire. Mi supina estupidez sólo podría ser "justificable" en el caso de que yo estuviese enamorada hasta las trancas, pero, por aquel entonces, yo no me acercaba ni un poquito al verdadero sentimiento de amor. Estaba muy a gusto con él, me llevaba a los sitios en moto y hasta me regaló un colgante de esos de Viceroy (de Viceroy del mercadillo, claro), pero yo todavía no había derramado ni una lágrima por Emilio. Curioso. Yo siempre he sido muy masoca, un tanto gafe también, y me tiré toda esa etapa de mi relación repitiéndoles a mis amigas que no llorasen por los hombres, que no merecía la pena -"yo nunca he llorado ni lloraré por un tío", decía-.
¡Cuánto me quedaba por aprender! El 21 de febrero de 2006, tras una gran discusión con Emilio en el medio y medio de la calle, mi teléfono (¡que ya era sólo mío!) sonaba avisando de que había recibido un sms:

"Hola cari, creo que esto no funciona. Estamos perdiendo gente y es mejor dejarlo. No insistas, no te quiero hacer más daño".

¿Qué estábamos perdiendo gente? ¿Pero, qué estábamos en una relación o en el Titanic? No importaba, ambos se había hundido junto con mi felicidad. El cielo se tornó gris, que dicen en las canciones de amor, y mis mañanas tendrían otro sabor a partir de ese día. Me puse a llorar, como llora una niña que se está haciendo mujer. La gente pasaba por donde yo estaba y me miraba pero a mí me daba todo igual; únicamente pensaba en que había perdido a Emlio, que ya no estaba conmigo, que no volvería. La pena no duró demasiado, tres semanas más tarde yo me acurrucaba en los brazos de mi amado, el cual había regresado a mí arrastrándose. La vida ya tenía color, mi existencia había recuperado su sentido, Emilio me quería y yo estaba loquita por él.
Aquello iba en serio, ya se lo habíamos contado a nuestras respectivas familias y, una vez, hasta me regaló su antiguo móvil (a mí se me había estropeado el mío). Qué pasmo me dio cuando, al sacar la tapa del teléfono para meterle la tarjeta SIM, veo que mi amado había escrito con un permanente rojo pasión lo siguiente en la tapa del móvil:

"Emilio & Lauryta, 26/02/06, siempre".

Sí, me había dejado por otra. Cinco días le había llevado el recuperarse del gran amor que había dejado atrás y encontrar a su nueva alma gemela.Si a esto le sumamos que no lo dejé en el acto podríamos decir, asegurándonos de no equivocarnos, que soy gilipollas. Pero, si le añadimos el hecho de que, a día de hoy, conozco a Laura y Laura me ha contado cosas como que él le había estado tirando los trastos durante tres meses y que su  relacíon duró una semana, confirmamos que Emlio encontró en mí al perrillo más leal que ha tenido nunca como mascota ¡Un tío con suerte!