20 jul 2011

De cómo Irene tocó techo

El tiempo pasaba y yo me iba haciendo mayor; tocaba despedirse del que había sido mi colegio-cárcel durante toda mi vida. La mejor opción para un viaje de fin de curso nos pareció Tenerife; sol, cachondos y buenas olas con las que aprenderíamos a surfear. Nos plantamos en aquella isla y la líamos parda, el primer día casi nos echan del hotel y llaman a la policía porque el grupito de malosos de mi colegio, encabezado por Rafa, casi se pega con unos chavales así porque sí: estaban asomados en el balcón de la habitación y los críos estos empezaron a insultarlos entonces, haciendo gala de su madurez, el querido de Irene y sus matones bajaron para partiles la cara ¿Qué pasó? Algo que no dejará nunca de sorprenderme; se hicieron colegas ¿Pero qué coño tienen los tíos en la cabeza para pasar de "¡Oíste, no te confundas eh! ¡Que no sabes con quien estás hablando!" a "Sin fallo, tío. Estáis de vacaciones aquí y yo te enseño la isla, nos vamos de fiesta  si tienes algún problema ya sabes. Aquí para lo que sea" ¿Con qué tipo de tara mental vienen de serie? Jamás lo averiguaré, pero siempre me ha fascinado.
Una vez hechos todos amigos, salimos con ellos y nos presentaron a sus amigas. Las más zorras que he conocido yo en toda mi vida. Les valía cualquiera de los gallegos pero iban a por el macho alfa; Rafa. Entre tantas nuevas atenciones, Rafa se olvidó de Irene por completo. A nuestros oídos llegó el rumor de que había dormido con una de las chicas en la habitación del hotel tras una gran borrachera. Irene, en lugar de irrumpir en la habitación y hostiarlos a todos hizo algo mucho más inteligente: nos reunimos unas cuantas despechadas (ninguno nos hacía puto caso y estábamos resentidas) y empezamos a llamar a las habitaciones del hotel por el teléfono de nuestro cuarto. Con una vocecita ridícula, una de nosotras marcaba el número de la habitación de Rafa e insultaba a las chicas, también salíamos al pasillo y les petábamos en la puerta. No sé qué esperábamos de tan ridícula actuación por nuestra parte, lo único que conseguimos fue que una de nosotras se cayese encima de mi maleta y se escoñase. Amaneció un soleado día en Tenerife y nos fuimos a hacer surf. Nosotras como que pasábamos bastante de las olas; estábamos allí para torrarnos al sol. Ironicamente, a nuestro lado se colocaron nuestras amiguísimas para ver surfear a Mr. Interesante (Mr. Interesante es el hombre definitivo, por aquel entonces eso no se veía venir e Irene desaprovechó su oportunidad de tirárselo, por tonta). Gracias a Rafa y Mr. Interesante, la sequía en Tenerife se solventó durante aquel mes y es que estas chicas tenían fijación por ambos. Mr. Interesante lo sabía, siempre le ha encantado fardar y gustar, quería ligarse a Irene y le dijo en voz bien alta para que lo escuchasen las payasas aquellas "Irene, esta ola te la dedico a ti". La cara de "muérete, puta" que pusieron las tinerfeñas fue un poema y nosotras disfrutamos de nuestro particular Fuck Yeah mirando a Mr. Interesante. Por la tarde, nos fuimos a un balneario e Irene se empeñó en hablar con Rafa para aclarar las cosas. Siguiendo la tónica de cobardía que caracteriza a todos y cada uno de los hombres, Rafa la evitaba por todos los medios.
Llegamos al hotel y, viendo que Rafa se preparaba para salir con la chica con la que había dormido, Irene se echó a llorar y Mr. Interesante le dio cobijo en su cama (el chaval era un pagafantas impresionante) con la esperanza de que Irene se diese cuenta de que Rafa no merecía la pena. Como cabe esperar, Irene y su enchochamiento acabaron perdonando el comportamiento de Rafa. A pesar de ello, su relación salió bastante desestabilizada de aquel bache y aquel fue el comienzo del fin. Por su parte, Mr. Interesante acabó siendo el adonis del que hablaba anteriormente y desvinculándose de todos nosotros (un tío inteligente donde los haya).

A mi vuelta de Tenerife me establecí en el País de la Piruleta, disfrutaba mi vida montada en una nube: paseaba por la Calle de los Bombones de la mano de mi Oso Amoroso, jugaba a las Barbies en la Plaza Regaliz con mis amigas de toda la vida y descubrí El Valle Encantado gracias a unos dinosaurios a los que les quedaban dos meteoritos. En la república independiente de mi imaginación todo marchaba sobre ruedas hasta que Emilio llegó con la noticia.
Estábamos en mi casa, Emilio y yo, hablando de todo un poco y la conversación desembocó en el tema infidelidad:

-Pues no, Emilio, yo nunca perdonaría unos cuernos. Tú a mí me fuiste infiel pero hace mucho tiempo de eso y sé que tú has cambiado.
-Ya, pero dependerá de la situación ¿no? Por ejemplo, Irene perdonaría a Rafa por lo de Alicia.
-No, Irene no dejaría pasar ese tem... ¡¿QUÉ?! ¿Que Rafa hizo qué? ¡No me jodas!
-¡Mierda! No, Nekane, a ver espera...
-¡¿Pero que "espera" ni que mierda?! ¡Cuéntamelo ya!
-A ver, pero prométeme que no se lo vas a decir a nadie y mucho menos a Irene. Cuando Irene y Rafa empezaron a salir, nos fuimos de fiesta una noche y Rafa se lió con Alicia. La culpa no fue de ella, Rafa llevaba mucho tiempo detrás de Alicia y como vio que estaba muy borracha aprovechó.
-¿Pero cómo pretendes que no se lo cuente a Irene? Está clarísimo que se lo voy a decir, tengo que hacerlo. Y Rafa es un cabrón y la otra una zorra insípida por dejarse, el alcohol no es excusa. Él tiene novia y ella es amiga de su novia.

Tras varios intentos de convencerme lo único que funcionó fue el sexo; y es que no hay nada mejor para callarse que tener la boca ocupada. El tiempo pasó y los remordimientos de conciencia iban en aumento. Por otro lado, Irene estaba planteándose finiquitar su relación con Rafa (esto alimentaba mi indecisión ya que quizás lo dejase por sí sola, no le hacía falta el empujoncito de "Rafa te ha puesto los cuernos"). Apróximadamente un mes fue el tiempo que Irene me estuvo rompiendo la cabeza hablando del Johnny, un tío con piercings y una moto cutre al que había conocido en una "discoteca". Johnny quería temita con Irene e Irene empezaba a no querer temita con Rafa, la monotonía reinaba en su relación (de casa a la calle y de la calle a casa) y el sexo no lo compensaba. Entre idas y venidas, dimes y diretes yo decidí contarle a Dafne lo que estaba ocurriendo. Le supliqué que no se fuese de la lengua pero  no me hizo caso; esa misma tarde bajamos por el Valle Encantado (lugar en el que sólo había dinosaurios que "comían" hierba) y Dafne le contó todo a Irene. A punto de romper a llorar, Irene pidió un móvil, todos los dinosaurios hicieron la de "no tengo saldo" pero cuando Irene dijo "es para dejar a Rafa" volaron teléfonos.
Apartadas del grupito de dinosaurios interesados, Irene envió este sms:

"Te dejo, no quiero saber nada más de ti. Eres un cabrón".

Irene, que siempre ha sido muy considerada, cayó en la cuenta de que entre que aquello había sido hacía demasiado tiempo y que a Rafa le faltaban la mayoría de las luces, optó por llamarlo para aclararle las cosas, además no pagaba ella:

-¿Qué hiciste?
-¿Qué hice de qué?
-¿Que hiciste cuando saliste de fiesta con Emilio y Alicia?
-¿Cuándo?
-Mira, Rafa, no me putees. Sé todo, no me mientas más. Que te den.

Así fue como Irene puso punto y final al tema Rafa (Rafa se lo tomó como le dio la gana y a día de hoy sigue creyendo que aquello fue un punto y seguido). Mi pobre amiga lloraba desconsoladamente al grito de "¡PUES QUE LE DEN! ¡¡Me voy de fiesta y me lío con el Johnny!!" Dicho y hecho; vestidas con nuestras mejores galas aparecimos en la discoteca donde se habían conocido. Por desgracia para Irene, Johnny no estaba allí pero el que sí se encontraba en el lugar era CR9 (digo 9 porque 7 en el Real Madrid sólo hay uno), un amigo de Johnny que estaba y sigue estando flipadísimo; intentó la mítica de "el amigo llega al higo" y "si necesitas cualquier cosa, lo que sea, me tienes aquí" pero Irene sólo tenía ojos, rojos y llorosos, para Johnny. Replanteándonos el asunto con un poco de perspectiva, nos dimos cuenta de que salir de caza no serviría de nada; lo que realmente nos hacía falta era beber y bailar. Allí estábamos, con el puntillo y dándolo todo al ritmo de Atrévete te te. Curiosamente, aquel día terminamos pasándolo bastante bien.

El hecho de volver a la normalidad se hacía de rogar: la mayor parte de la gente que conocíamos ejercía de abogado del diablo pretendiendo convencer a Irene de que perdonase a Rafa: "Te quiere muchísimo", "Lo está pasando fatal, te echa de menos" no obstante, Irene demostró una firmeza digna de admirar y se mantuvo fiel a su decisión. Por otro lado, Dafne y Emilio habían tenido bronca por mi culpa; a Emilio le había sentado como el culo que yo me hubiese ido de bocas y que, a raíz de ello, Dafne no se hubiese podido callar. Lo que habíamos hecho era imperdonable; ¿cómo no había sido capaz de mantener mi promesa? Era una persona horrible y Emilio me lo hizo saber con perlas del tipo "Si no eres capaz de cumplir tu palabra por mí será que no te importo" o ""Aún por encima se lo cuentas a tu hermana que sabes cómo es... me has decepcionado, no me esperaba esto de ti". Llorando y arrastrándome conseguí que Emilio nos perdonase y no me dejase; mi vida ya carecía de sentido si Emilio no se quedaba a mi lado, él lo sabia y utilizó bien esa información ¡Doblegaos, mortales, ante el dios Emilio!